El ayuntamiento de Vila-real presentó ayer un nuevo proyecto, vinculado con las Huertos Urbanos que desde hace un año funcionan en la ciudad, que consiste en la creación de una banco de recuperación de semillas autóctonas con el que, por una parte se pretende evitar que los productos propios de la zona se pierdan, según explicó el concejal de Agricultura, Josep Pasqual Sancho, pero además quiere convertirse en una especie de revulsivo para ofrecer un valor añadido a la producción agrícola local a través de lo que el alcalde, José Benlloch, describió como un «proyecto innovador» para que el sector «vuelva a ser potente».

El sistema por el que se pretende mantener este banco es sencillo, ya que se fundamenta en el trueque. El primer paso fue ponerse en contacto con la Agencia de Experimentación Agraria de Carcaixent, según describió Sancho, que prestaron al ayuntamiento un total de 22 variedades, que a su vez se van a ofrecer a todos los colectivos de Vila-real que quieran plantarlas y cultivarlas. El único requisito que se les va a exigir es que «después de sembrarla, al año siguiente, la devuelvan».

El criterio de seleccionar semillas como las del guisante 206, el tomate valenciano, Centenares o de Pera 018, la lechuga Maravilla d´Espadán o las espinacas de verano, por poner algunos ejemplos, tiene que ver con que desde la agencia de Carcaixent se destacó que «ya se habían recuperado en la zona». En cualquier caso, el concejal de Agricultura aseguró que «cuando las plantemos y las devolvamos a Carcaixent, pediremos 20 o 25 más», de manera que paulatinamente se vaya ampliando el catálogo de semillas que se ponen a disposición de los vecinos. Pero además, desde la concejalía de Agricultura se quiere hacer un llamamiento a todas aquellas personas «que tengan semillas antiguas y puedan aportarlas», de manera que progresivamente se pueda ir enriqueciendo y ampliando el catálogo de productos que se puedan cultivar en base a esta iniciativa de recuperación.

Para desarrollar el proyecto el ayuntamiento no solo ha contado con la colaboración del IVIA, sino también con el de la ONG Pankara, que dedica su actividad a este mismo objetivo. Según detalló ayer su portavoz, Laia Selfa «las semillas más rústicas tienen memoria y resisten a situaciones de estrés».