a temporada futbolera se nos viene encima y el Villarreal está a tres incorporaciones, todavía, de cerrar la plantilla, si bien en los últimos días han llegado dos profesionales en las que están puestas las esperanzas de los aficionados, por lo que hace a la generación de ocasiones para marcar y hacerlo. Uno, Soriano, es ítalo-alemán y se desenvuelve en cualquier lugar del mediocampo puesto que es hábil con ambos pies y es el fichaje más caro en la historia del Villarreal.

El otro, ya lo saben, ha llegado con una serie de acompañamientos, puesto que es brasileño, se llama Pato -porque ese es el nombre de su pueblo, «Pato Branco»-, y rondaba los diecisiete años de edad cuando llegó a jugar a Europa. Lo hizo en el Milan y de paso fue pareja de la hija del presidente y dueño del club italiano, el multimillonario Berlusconi. No es el fichaje más barato en la historia del submarino, pero cuesta la mitad de la mitad de lo que el Villarreal ha tenido que pagar por la ficha del Soriano 2. Pato, además, está de vuelta de casi todo pese a tener todavía y solo veintiséis años y ya forma parte de la tradición del Villarreal, tan proclive a buscar y encontrar delanteros con gol, que viniendo sin haber tenido suerte en otros equipos europeos de mucho mejor currículo, volvieron a su condición de figuras gracias a su paso por el submarino.

Ha llegado sin hacer ruido, hasta empezar a hacerlo poco después de haber firmado. Al Termet de la Màre de Déu acudieron hasta un par de millares de aficionados en el acto de presentación del brasileño para aplaudir y arengar al recién llegado, que se preguntaba interiormente qué coño he hecho yo para merecer esto.

Las cosas en el Villarreal se han hecho como siempre. Nadie supo, hasta el día de la confirmación del acuerdo, dónde estaba Pato, qué era de Pato, ni había sonado Pato como posible alta en algún equipo europeo. Tampoco Soriano, internacional italiano y de veinticinco años de edad había aparecido en los mentideros. Sabíamos que jugaba en uno de los equipos del calcio pero parecía que no estaba en el mercado. Uno y otro llegan al Villarreal para dejar huella, porque son buenos en lo suyo y llegan a una institución seria, responsable, que entiende muy bien el respeto debido y el que merece. Cuando hay un problema personal, se resuelve, y cuando el problema no tiene solución se corta por lo sano, rápido y contundentemente.

A estas alturas el Villarreal es una organización modélica a la que el mundo del fútbol respeta y admira, de modo que si hasta ahora todo ha funcionado bien no tiene por qué cambiar. A este respecto, uno recuerda cierta leyenda urbana que tenía lugar en el seno de una familia que daba nombre a una muy potente industria familiar de uno de los pueblos de La Plana Baixa que no es Vila-real. La industria y la familia giraban alrededor del patriarca, que cuidaba con esmero de todos los detalles, en lo fabril y en lo doméstico, para que nada se le fuera de las manos. Era la familia bastante poblada, los hijos crecieron, como todos y fueron casándose, como casi todos.

Cada vez que llegaba el momento de la consolidación de la relación y la boda correspondiente, el patriarca llamaba a capítulo al recién llegado y solemnemente le avisaba: en esta familia, cada vez más larga, pero siempre armónica, respetuosa y con la cordialidad como bandera, siempre ha habido paz, buenas maneras y alta consideración para con todos. Tú eres el recién llegado y, si a partir de ahora surge algún problema, la culpa pues habrá sido tuya. No lo olvides nunca, y tal parece que jamás dejó de ser así. La convivencia es difícil, y cuando de un grupo como el deporte de élite se trata, con los egos a toda máquina, las dificultades aumentan.

Grandes entrenadores, conocedores profundos de los secretos de fútbol pero legos en los secretos del alma humana, se han estrellado en la conducción de grandes equipos formados con grandes figuras, de modo que tal vez en el dominio del vestuario reside la más potente de las virtudes de Marcelino García, sin menosprecio de las técnicas, las tácticas y las estratégicas.

El presidente del Villarreal suele afirmar, porque así lo cree o así conviene, que este año, como todos los anteriores, el equipo es mejor que el del año anterior. También este año futbolero que está a punto de comenzar. Unas veces porque han llegado hasta el club grandes figuras que, por sí solas, han mejorado lo anterior; otras, como este año, mi conclusión personal es la de un grupo de muy alta consideración media. Será el conjunto quien protagonice otra gran temporada, o así se me antoja.