No hay mejor adjetivo en estos tiempos que corren para los que nos robaron, estafaron y nos indujeron a estudiar o formarnos para obtener poco a cambio. Quemaron billetes, corrompieron todo y enchufaron a los suyos. Y son ellos quienes nos intentan desprestigiar con ese apelativo, cuando lejos de significar algo peyorativo, es una manera digna de sentirse y responder.

Y en esa estamos con el tema albinegro también. A los antisistema nos llaman rajadores o violentos.

Somos una cosa de locos, o no locos, según se vea. Porque no creo que gente a la que conozco y le esté pasando, no esté en su sano juicio. Cada vez más chicas (con a) con esa elástica incandescente, cada vez más niños con esa camiseta a rayas, cada vez más abuelos con la samarreta que lucieron Basilio, Planelles, Cela o Ibeas. La albinegra no se pasa del blanco al negro, resiste con dos colores, con dos cojones, con dos ovarios.

Los números y lo tangible explican muchas cosas, pero no todo. Los astros se alinearon para que la gente desertara en alma y vínculo emocional, pero la gente le ha dado la vuelta a esa galaxia artificial. Porque la gente no sólo se aferra a un sentimiento que le dejaron como herencia, la gente está lanzando un mensaje: a mi nadie me va a decir qué debo sentir ni los corruptos me van a alejar de lo que soy.

La pena es que mientras el club no esté dirigido por alguien que entienda este fenómeno y tenga los mismos objetivos que nosotros, seguiremos con la penitencia.

Estamos a nada de desaparecer y a nada de vivir un estallido histórico, a nada de la muerte y a nada de una explosión descomunal. Somos un fenómeno social, de rebeldía. El peor momento institucional del club choca con un momento de exaltación del albinegrismo, como dos polos que deberían repelerse pero que andan paralelos.

Hemos MUTADO, ya no somos esa afición inconformista, fría y malcarada. Hemos tragado demasiada mierda para quedarnos en eso. Ahora, somos desconfiados, rebeldes y apasionados, a quienes disfrutar y tirar de nosotros si hay un proyecto digno y a quienes soportar si se es un pirata. Somos el cántico o el martillo.

Somos antisistema, no hay alternativa.