Pocos saben que para Borja Gómez el partido del domingo contra el Rayo Ibense fue especial. Muy especial. Sí, porque volvió a jugar un encuentro oficial de Liga 820 días después de la última vez que saltó a un terreno de juego. «Me volví a sentir futbolista, esa es la verdad. Sólo mi familia y yo sabemos lo que he sufrido durante los dos últimos años y medio. Pero aquí estoy. Con ganas de ser aquel chaval que era antes de la doble lesión», dijo el jugador valenciano.

Su última aparición en un terreno de juego fue el 11 de mayo de 2014 con el Villarreal C en La Magdalena contra el Novelda (1-0). Tres semanas después, y en el último entrenamiento de la temporada, se lesionó de gravedad en la rodilla. En verano de 2015, ya recuperado, en el primer partido de pretemporada ante el Pobla de Mafumet se volvió a romper los ligamentos (cruzados). Ocho meses más. Desde abril pasado ya tenía el alta médica. Imposible jugar en el filial amarillo. Puso punto y final a su etapa en el conjunto vila-realense tras una larga década.

«Me requirió Frank Castelló. Me preguntó cómo me encontraba. Le dije que bien y con muchas ganas. Vine a prueba, convencí y me dijeron si me quería quedar. Les dije que sí, que estaba deseoso», comentó Borja Gómez. Atrás deja días y meses de sinsabores. «La familia ha sido mi gran soporte. Siempre ha estado a mi lado, ayudándome en todo cuando no me podía valer. Animándome. Siempre les estaré agradecido», recalcó el mediocentro albinegro.

El domingo ante el Rayo Ibense mostró su clase y su calidad. «Cuando salto al campo no pienso que lo que me pasó; pienso en jugar y en darlo todo en cada entrenamiento y en cada partido», apuntó. Ahora, a sus 21 años y vestido de albinegro con la camiseta del Castellón, confía en aportar lo mucho que tiene. «Este año espero que sea muy ilusionante. Estoy con muchas ganas y soy consciente de que estoy en un gran club que quiere salir de esta categoría, más que nada porque tenemos una afición que merece ver jugar a su equipo en una categoría superior», concluyó.