Las fiestas de Peñíscola vivieron ayer uno de sus días especiales con predominio de la estética y la tradición abanderadas por el Grup Cultural de Danses. El protagonismo de este vistoso colectivo cultural ya se iniciaba por la mañana, con su primera actuación tras una misa concelebrada en la iglesia parroquial Santa María en la que ponía el acento musical la Coral Polifónica de Peñíscola.

Los «dansants» ofrecían como aperitivo una actuación en la plaza del ayuntamiento acompañados por la Asociación Musical Virgen de la Ermitana. Pero era ya por la tarde, el novenario en honor a la Virgen de Ermitana, con la tradicional procesión por las calles del casco antiguo cuando dominaban el espacio festivo de la tradición y tomaban la plaza de Armas. Al aire libre y en el casco antiguo «dansants», «llauraores», «cavallets», «pelegrines» y «moros i cristians», cobraban su mayor sentido como custodios de la Mare de Déu de la Ermitana. Los vecinos, aunque acostumbrados, siguen maravillándose de este regalo estético, pero los visitantes enmudecen ante las figuras y su indumentaria. Las «danses más antiguas documentadas se remontan al año 1664, como explica el cronista de la localidad, Juan Bautista Simó Castillo. Peñíscola volvía a seducir ayer a la muchedumbre que envolvía la conocida plaza de la Ciudad Antigua con esta forma de expresión y relación basadas en la historia, la tradición y las creencias de un legado ancestral y magnífico.

Un atractivo turístico

Un testimonio de la personalidad de Peñíscola que los turistas intentaban captar con móviles en una fusión de tiempos e historia que ayer encontraban su razón de ser en la ciudad amurallada. Las «danses» aparecían con su amalgama de banderas, una representando a los cristianos lucía por una cara la bandera del estado español, y por la otra la bandera del territorio valenciano; la otra bandera siempre ha representado históricamente al enemigo y sus colores son fondo rojo con cruz oscura y una media luna. Está vinculada a los turcos. El turista queda impactado por esta fusión, el motivo es que las danses sintetizan el largo pasado de Peñíscola como ciudad, y las fiestas patronales son precisamente el momento de materializarlo.

Ayer llegaba pues el momento de mostrar cómo el pueblo ha reinterpretado su historia, con loas a la patrona, con «castanyetes» o «bastons», gracias a la conservación de expresiones de gran vistosidad estética que aún se conservan en estas danzas agrícolas provenientes del neolítico que pretenden propiciar lluvia y fertilidad y mostrar la capacidad de defensa de un pueblo con sus danzas guerreras. Un regalo para la vista de gran cromatismo estético.

Estas expresiones de fiesta son seguidas anualmente por miles de personas que se agolpan en los alrededores de la plaza para asistir a un espectáculo único. Identidad y autenticidad en honor a la Mare de Déu de la Ermitana que, hoy, será la protagonista ineludible con el Día de la Patrona. El Santuario acogerá una misa concelebrada y la ofrenda floral. Los dansants volverán con sus antiguas danzas e indumentaria a cautivar las miradas de un público fascinado. En esta ocasión acompañados por la Asociación Musical Virgen de Ermitana y por dulzaina y tamboril. El homenaje a esta virgen continúa en la agenda peñiscolana.