Esta semana ha arrancado la «vuelta al cole». Para muchos padres habrá supuesto la vuelta a la rutina pero para aquellos que, por primera vez, iban a dejar a sus pequeños en la escuela, el inicio de curso supone mucho más. Sobre todo porque, antes de la fecha de inicio, lo padres miran, miran y vuelven a mirar qué escuela infantil, colegio o instituto será el idóneo para la formación de sus hijos. Además, en Castelló existe una alternativa a todo ello que es la madre o el padre de día.

Se trata de educadores profesionales titulados que se dedican a acompañar a niños de entre seis meses y tres años, la primera etapa de la infancia. En Castelló está Isabel Vallejo de 42 años, técnico de educación infantil con su proyecto «La casa de mamá Pongo». Fue la pionera en desarrollar esta iniciativa en Castelló en el año 2013. A ella se unió Jordi Fabregat, de 39 años, maestro, con su proyecto «Pare de día Castelló». El año pasado, otras dos madres de día se unieron con sus proyectos «La llar de Marta» y «Lararium Castelló» de Marta Vives —técnico en educación infantil de 36 años y de Almassora— e Irene Blanco —maestra de 31 años—, respectivamente. Todos ellos forman parte de la comunidad Cases Niu de Castelló.

Según explican, imparten una formación alternativa a la educación convencional que tiene, como premisa principal, «el respeto a la evolución del niño». Ello se consigue con una atención «muy personalizada, más humana y en la que se tiene muy en cuenta las emociones del bebé». «Se trata de acompañar al niño en su evolución sin normas rígidas como las puede haber en una escuela infantil», añaden. Esta atención es clave y se consigue gracias a que cada madre o padre de día tiene entre tres y cuatro niños, una ratio impensable en el actual sistema educativo. Precisamente esto, la ratio, es el principal problema que impide la atención personalizada por la que apuestan. «Acompañar desde el respeto no encaja en lo establecido», asegura Irene.

Una de las peculiaridades de los padres y madres de día es que desarrollan su trabajo en sus propias casas, como una prolongación del hogar del niño. Pero, ¿cómo adaptar el hogar? Irene comenta que, en su caso, tiene un amplio salón, sin sofá ni televisión, donde está la zona de juegos y los materiales los niños. También en la cocina tienen sus propios cajones con sus cubiertos, el babero, los platos, los vasos,... Para dormir, una habitación con colchones en el suelo se convierte en la alcoba más acogedora donde estar relajados. Por último, en el baño tiene, tanto el WC de mayores como uno para pequeños y sus toallas y demás utensilios de aseo. Todo está al alcance de los niños para que sean ellos mismos quienes aprendan a coger los utensilios cuando lo necesiten. ¿Con qué fin? Con el fin de favorecer la autonomía del bebé, otra de las premisas más importantes de este grupo de madres y padres de día de Castelló. «Nosotros facilitamos la labor y no vamos con prisa. Damos tiempo sin tiempo y espacio sin pretensiones», apostilla Isabel.

Para ellos, no es necesario introducir la materia de manera directiva sino a al ritmo de los niños, jugando. «Son las cosas de la vida cotidiana las que te llevan al aprendizaje. Todo lo que aprenden es a través del juego y la actividad innata», explica Marta.

Las salidas es otra de las rutinas que llevan a cabo. No se achican a la hora de ir al parque con tres o cuatro niños: con carro gemelar, porteando y de la mano van por la acera, aprovechando el trayecto para trabajar los límites. Y, ciertamente, no les es fácil encontrar un parque que se adapte a los niños. «Buscamos parques que estén hechos para ellos, que les dé libertad de movimiento, que haya naturaleza, que puedan tocar la tierra, el agua, que se ensucien, que recolecten,... El 'no se toca' no está en nuestra enseñanza», concluye Irene.