Vecinos de Vilafranca y Mosqueruela han recogido 2.500 firmas para exigir al Gobierno de Aragón y a la Generalitat valenciana inversiones que impliquen la mejora definitiva de la carretera que conecta ambas localidades tras 30 años de espera.

Según informaron desde ambas poblaciones, el mal estado del vial pone en riesgo la seguridad de quienes circulan por él, les conduce a la despoblación y amenaza la economía local.

El vial tiene una longitud de 23 kilómetros, de los que 16 transcurren por la provincia de Teruel (A-1701) y 7 por la de Castelló (CV-173).

Las obras en el tramo turolense se han iniciado y paralizado a partes iguales y en la actualidad presenta el peor estado.

El último proyecto de reforma arrancó en 2014, pero a día de hoy los trabajos iniciados entonces están totalmente paralizados.

Por su parte, el trazado que discurre por Castelló acumula un historial similar y sus mejoras se han limitado a las propias de mantenimiento, después de que llegara a diseñarse y presupuestarse un proyecto de mejora integral.

Socavones y estrecheces

Vecinos y empresarios de Mosqueruela recuerdan que este vial repleto de socavones y extremadamente estrecho en muchos de sus tramos, es el que les conduce «a Levante, a la Comunidad Valenciana y a Cataluña» y su estado «condena» a su pueblo «al aislamiento y a la pobreza», además de suponer un riesgo para la seguridad.

«Es el nexo de unión con una de las zonas más dinámicas del Estado y el cordón umbilical que puede permitir que nuestra economía, basada cada vez más en los servicios y el turismo, se recupere y consolide nuestro crecimiento», inciden.

La carretera también es uno de los puntos de acceso desde la provincia de Castellón a la autovía Mudéjar Teruel-Sagunto (la A-23) y las pistas de esquí de Valdelinares. Convertir esta carretera en un vial «digno» es clave para el «progreso» de ambas poblaciones, recuerdan desde sus respectivos consistorios.

Vecinos y empresarios de Mosqueruela recuerdan que ésta ha sumado al cierre de su industria la repercusión que tuvo sobre sus canteras la crisis de la construcción.

A este poco halagador panorama, que conduce a una lenta pero sistemática despoblación, debemos añadirle la existencia de una vía de comunicación que no sólo refleja la incuria y el olvido de los responsables de las obras públicas de la Comunidad de Aragón, sino que condena nuestro pueblo al aislamiento y a la pobreza», lamentan. En junio los ayuntamientos de Vilafranca y Mosqueruela se reunieron para trazar una estrategia de reivindicación conjunta que dé solución al mal estado de «una carretera más propia de principios del siglo XX».

La misma incluía la aprobación de sendas mociones demandando la reforma de la carretera -Vilafranca dio luz verde a la propuesta el 15 de septiembre-, reuniones con los responsables de Infraestructuras aragoneses y valencianos y una campaña de recogida de firmas activa durante todo el verano.