El Ayuntamiento de l'Alcora ha iniciado el proceso para rescatar una parte fundamental de la historia del municipio, la Real Fábrica del Conde de Aranda, y ponerla al servicio de sus vecinos.

Su fundación, que data del año 1727, marcó el devenir del municipio de l'Alcora y también de la provincia, pues en ella se puede encontrar el origen de la industria cerámica castellonense, principal motor económico provincial. Pero, además, su trascendencia traspasa fronteras, haciendo de la marca l'Alcora paradigma de calidad y prestigio a nivel nacional e internacional.

Cerca de cumplir el tercer centenario de su puesta en marcha, la Real Fábrica mantiene todavía parte de sus estructuras en pie, como vestigio de un esplendor «al que l'Alcora no puede dar la espalda», reivindicaba ayer el alcalde, Víctor Garcia, quien quiso destacar la importancia de «recuperar para el pueblo una parte crucial de su historia a la que había que hacer justicia»

El primer paso en el camino hacia su recuperación y puesta en valor ha consistido en la adquisición de una parcela de 440 m2 que forma parte del edificio fundacional de la manufactura. Asimismo, el consistorio continúa trabajando para adquirir el resto del solar, que alcanza una superficie total de casi 9.000 m2.

La proyección internacional de la Real Fábrica del Conde de Aranda se materializa en las extraordinarias piezas que se diseñaron, modelaron, pintaron y cocieron en sus dependencias. Hoy forman parte de valiosas colecciones públicas y privadas de todo el mundo y son objeto de atención preferente en el sector de las antigüedades y el arte, hasta el punto de que la marca l'Alcora es reconocida internacionalmente como sinónimo de calidad y prestigio.

Unos inicios ya notables

La manufactura condal nació con una clara vocación de liderazgo y con un planteamiento innovador, casi revolucionario, que reactivó el panorama industrial español de la recién estrenada monarquía borbónica. Aquella fábrica comenzó su marcha en unas instalaciones muy notables para su tiempo- casi 2.000 m2 - que fueron creciendo gradualmente hasta alcanzar los 11.000 m2 a principios del siglo XIX.

Transformó completamente el panorama tradicional de la cerámica decorativa, tanto por su renovación estética como por su planteamiento conceptual y técnico. Su influencia alcanzó a la mayoría de centros productores coetáneos, que introdujeron entre sus motivos decorativos modelos de procedencia alcoreña, de gran calidad y éxito comercial.

La recuperación de la Real Fábrica, que ahora inicia el ayuntamiento, es de gran importancia para la historia de la cerámica española, pues en sus instalaciones se produjo la que es considerada por los especialistas como la mejor cerámica europea del siglo XVIII. Es, pues, casi una obligación aunar esfuerzos este edificio tan emblemático del patrimonio industrial valenciano.