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Un siglo de teatro de la mano de «Els XIII»

El grupo lleva un siglo provocando carcajadas con sus interpretaciones Con motivo de su centenario han editado un libro que recoge su historia

Un siglo de teatro de la mano de «Els XIII»

Tan importante como cumplir cien años es hacer todo lo posible para que los aniversarios sigan sucediéndose, haciendo justicia así al esfuerzo que tantas y tantas personas antes han realizado para preservar un legado. Eso es lo que sucede con «Els XIII», un grupo de teatro que lleva un siglo provocando carcajadas y ofreciendo evasión a varias generaciones de aficionados a las artes escénicas en Vila-real.

Mantener una actividad amateur durante tanto tiempo no es fácil. El actual presidente de la agrupación, Valentín Nostrort, es la mejor respuesta a las preguntas de por qué o cómo, porque cuando habla de «Els XIII» transmite ese orgullo de pertenencia a algo importante, algo que merece ser reconocido, pero sobre todo mantenido.

Dieciocho presidentes antes que él y otras tantas juntas directivas compuestas por aficionados y apasionados del teatro trabajaron de forma incansable y, sobre todo, desinteresada, para que ni tan siquiera ese lapsus que todo lo paró, el de la Guerra Civil, hiciera mella en el ánimo de actores y actrices improvisados, que transmitieron su experiencia y pasión de generación en generación a golpe de sainete y comedia.

El número de personas que habrán desfilado por las tablas del teatro de «Els XIII» es incontable. Así lo lamenta Nostrort, que reconoce que no siempre se tuvo tanto interés como ahora por dejar testimonio de lo acontecido, de manera que pueda ser recuperado y reconocido tiempo después. Ese esfuerzo intentaron realizarlo el año pasado, cuando cumplieron su primer centenario con la edición de un libro que recoge un resumen fiel de todo, desde el principio, aunque «algunas cosas y personas no están archivadas». Y por lo tanto, su memoria se ha perdido, aunque permanezca impresa entre los muros de un teatro que ha sufrido varias remodelaciones desde su origen, aunque guarda como un tesoro su esencia, que Valentín Nostrort muestra con el orgullo propio de un padre que habla de sus hijos.

En las estanterías de «Els XIII» se acumulan más de 800 comedias, aunque no todas han sido representadas por sus integrantes. «Algunas veces lees un título y te llama la atención, pero después te das cuenta de que no era para tanto, o tiene poco que ver con la época actual», asegura Valentín, que reconoce que ha adaptado más de un sainete y más de dos, porque aunque hay temáticas universales, algunos comentarios o formas de hablar recuerdan demasiado a otros tiempos. De esta forma, «Els XIII» acumulan otro mérito, el de conseguir que obras que podrían perderse, se conviertan en actuales con solo un par de retoques, aunque se propongan unas horas antes del estreno, con la consiguiente consternación de los actores.

«Els XIII» han recorrido casi toda la provincia y aunque la crisis ha perjudicado mucho a este tipo de expresiones culturales, siguen acudiendo a la llamada de otros municipios donde representan algunas de las decenas de comedias que tienen en cartera, aunque se reservan los grandes estrenos para Vila-real, como sucederá en el mes de mayo, en las fiestas de San Pascual, cuando volverán a subir al escenario del Auditorio para desenvolverse como peces en el agua delante de un público fiel. Porque Vila-real tiene un buen público, que consigue que las al menos dos veces al mes en las que actúan en su teatro, prácticamente siempre se llenen las 150 butacas que quedaron tras la última remodelación.

Valentín Nostrort espera que la savia nueva asegure el futuro de esta agrupación que comenzó cantando y que acabó interpretando farsas, engaños, confusiones y amores apasionados, aunque no lo tienen fácil, porque los jóvenes «tienen tantas actividades, a parte de estudiar, que no les queda tiempo para nada». Aún así, entre sus filas hay bastantes aspirantes a actores, que gracias a «Els XIII» comprenden lo importante de vivir las pasiones, aunque solo sea a cambio de una espontánea carcajada o una sentida ovación.

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