Las relaciones de pareja se enfrentan a un mundo dinámico, a un contexto cambiante y cada vez más frenético, y es la plasticidad, la capacidad que tenga esa relación para moldearse, la que consigue superar todas las dificultades y avanzar con amor y respeto.

Si, por el contrario, se tiene una relación basada en la rigidez e inflexibilidad extrema, también se puede conseguir una relación duradera, pero dejando atrás los adjetivos que le otorgan felicidad.

Un punto crítico en el camino de las familias que desean tener descendencia es la llegada del primer bebé. Se trata de una situación tan emocionante como estresante. La falta de un sueño continuo y reparador, la reorganización del tiempo ante una criatura que necesita de nosotros para absolutamente todo, así como el ajuste económico, son algunas de las novedades que generan estrés y ansiedad durante los primeros meses (si se tiene suerte), por lo que es fácil que ambos se sientan agotados y más irritables, provocando discusiones o dificultando el acuerdo en temáticas no conflictivas antes de ser padres. El reparto de tareas puede provocar una «lucha justiciera», ya que este agotamiento disminuye la empatía con tu pareja y es fácil victimizarse y sentirse incomprendido, minimizando las labores y esfuerzo del otro.

Las relaciones íntimas pueden disminuir por el propio agotamiento, la «cuarentena», la cantidad de hormonas que reducen la libido de la mujer (sobre todo si da el pecho) y la percepción del cuerpo femenino, por parte del hombre, como «sagrado» por el hecho de ser madre y ser el alimento del bebé, así como por la percepción del propio y nuevo cuerpo al que se enfrenta la madre, pudiéndose sentir menos deseable y aumentando sus inseguridades. Aún así no hay nada peor para la intimidad de la pareja que reducir el sexo a la simple penetración. La aparición de los celos con respecto al bebé es también muy común y aumenta la sensación de incomprensión y de alejamiento entre los padres

Mi consejo ante todas estas dificultades se basa en la creación de equipo. Los padres deben trabajar la comunicación y escucha activa, tener siempre presente a lo otra parte, preocuparse por las necesidades del otro, establecer unas prioridades comunes, dedicarse tiempo a solas y tocarse, sí, todos los días, besarse, acariciarse, dar un masaje, un abrazo, unas cosquillas..., aumentando así la liberación de endorfinas y sintiendo a tu pareja más cerca de ti.