El sol ya se ha escondido. La única luz en las angostas calles de Cirat es la de las velas. Una especie de densa niebla dificulta la visibilidad. Y de repente un grito inunda un silencio sepulcral. Hay un hombre colgado del balcón, un muerto que sale del ataúd, una niña endemoniada, un enterrador? y algunos tiemblan de miedo. La historia, organizada por la Asociación Cultural Fiestas de calle de Cirat, se repetirá por quinto año en este pequeño pueblo del Alto Mijares. Una fiesta que siempre sorprende.

Una cita que va a más

La cita marcada en negro fúnebre en el calendario es el sábado 5 de noviembre. El pueblo estará ambientado para la ocasión. Unas coronas señalarán el inicio de este peculiar pasaje del terror. A partir de las 19.00 horas un presentador dará la bienvenida e invitará a la gente, dividida en grupos, a pasear entre la oscuridad de tres calles del casco antiguo y por las lúgubres estancias de tres casas del casco viejo, donde personajes del género irrumpirán cuándo y dónde menos se lo espere uno.

La idea surgió cuando uno de los organizadores, Juan Antonio Granell, acudió a Portaventura. «Cogí la idea, pero esto -lo de Cirat- no tiene nada ver; esto es el casco antiguo, calles estrechas? y la gente que participa es voluntaria del pueblo, aunque para las actuaciones involucramos a las personas que sabemos que van dar la talla»? y el susto.

Cuando empezaron eran ocho personas y ahora ya hay 35 en escena. El año pasado había 300 personas haciendo cola y el interés sigue creciendo, aunque la organización espera que lo haga de forma paulatina, ya que el pueblo todavía no tiene la infraestructura adecuada para acoger a miles de personas. El año pasado, el Halloween de Cirat copó 2 minutos en TVE. «Pero lo que más hace, sin duda, es hacer las cosas bien y el boca a boca», afirman. «Todo el que lo ha visto no solo repite, sino que queda impresionado con el montaje y espectáculo que se ofrece totalmente gratis», resalta la organización.

Las 35 plazas hoteleras de este año ya están ocupadas, y de cara a la esta edición, se han introducido unos cambios. «Nos sabe mal la gente esté unas cuantas horas esperando, por lo que este año, conforme vayan llegando les daremos turno», dicen. De esa forma también podrán visitar el pueblo y tomarse algo en el bar.

Además, habrá una discomóvil para continuar la fiesta. Precisamente la dinamización económica es uno de los propósitos. «Es un pueblo de interior y con cada vez menos gente, por lo que queremos fomentar el turismo y puestos de trabajo a través de este tipo de eventos», afirman.

La entrada, por ahora, es gratuita, aunque el debate está en la mesa, ya que además de recaudar fondos, también serviría para regular la entrada de público. Al finalizar la función, los participantes pueden dar un donativo. En cuanto a anécdotas, este año han recibido una singular donación. «Desde el primer año iba detrás de un ataúd y preguntaba a los tanatorios por algún ejemplar que no fueran a utilizar», afirma. Según cuenta, «una chica, que heredó una casa de Cirat, encontró unos ataúdes que su padre tenía de muestra en su tienda y nos lo regaló». Otro elemento siniestro que se suma a una especial lista negra que sin duda hace revivir al pueblo por estas fechas.