El Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) no entiende de crisis, es más, ha vivido en la abundancia en los últimos años con un recibo anual que ha asaltado las economías familiares sin compasión pese a que el poder adquisitivo de un elevado número de castellonenses se ha visto salpicado por la mala coyuntura económica. Los datos hablan por sí solos: desde el año 2000 hasta 2016 el recibo ha subido nada menos que unos 134 por ciento al pasar de los 290 euros de media que se pagaba hace 16 años a los 679,11 euros de este 2016. Son datos referidos a una vivienda sita en la zona norte de la capital de la Plana con un valor catastral de unos 144.000 euros, aunque claro está que dependiendo del área y de la residencia en sí, los datos varían.
El IBI sigue siendo la principal fuente de financiación del ayuntamiento. En 2015, por ejemplo, los 87.485 recibos girados a los hogares de la capital supusieron unos ingresos de algo más de 40 millones de euros, que es más o menos el 25 % de los presupuestos totales del consistorio municipal.
El IBI se rige por dos variables: el valor catastral y el tipo impositivo. El primero, que analiza el valor del suelo más el de la construcción, lo establece la Dirección General del Catastro del Ministerio de Hacienda, mientras que el segundo depende del ayuntamiento de turno.
En el caso de Castelló, la cuota marcada por Hacienda fue subiendo exponencialmente un 2 por ciento hasta el año 2011. A partir de ese año entró en vigor la nueva ponencia de valores, con lo que, en plena incidencia de la crisis económica en los hogares, se produjo, paradójicamente, un incremento considerable de los valores catastrales, lo que supone que desde 2012, y por un periodo inicial de una década, el recibo de la vivienda se encarecerá una media de un 8 por ciento cada año.
El ayuntamiento, por su parte, dese el año 2000 también fue incrementado de manera paralela el tipo impositivo, que pasó del 0,6 % hace 16 años al 0,87 % del año 2011, el más elevado de toda esta época. A partir de ese momento, en un intento por rebajar la subida de las cuotas, este tipo quedó congelado en 2012 y 2013 y ha ido bajando progresivamente. La propuesta aprobada el lunes en pleno lo rebajará hasta el 0,74 % en 2017, lo que suavizará el IBI a pagar el año que viene, pero que no impedirá que los recibos sigan subiendo por ese «catastrazo» del año 2012.
Con esta rebaja del tipo para 2017, el ayuntamiento asegura que reducirá en unos dos millones de euros la carga fiscal a las familias por el Impuesto de Bienes Inmuebles, lo que no quita que estime unos ingresos de 41,5 millones de euros, que son 1,5 millones más que este año. El equipo de gobierno insiste que ahora el objetivo es darle un carácter social a los impuestos, esto es, que nadie pague más ni menos de lo que le corresponde, como expuso en el pleno el concejal de Gestión Municipal, el socialista Antonio Lorenzo.
Revisión catastral
La meta ahora, avalada por el «Pacte del Grau» que forman PSPV, Compromís y Castello en Moviment, es pedir al Ministerio de Hacienda, a partir del próximo mes de enero, una nueva ponencia catastral que adecue el valor de los inmuebles de la ciudad a la realidad nacida con la crisis. «No queremos que los vecinos de Castelló sigan pagando impuestos por esos bienes en virtud de un valor fijado antes del colapso del mercado inmobiliario», señaló Lorenzo, algo que compartieron el portavoz de Compromís, Ignasi Garcia, y el representante de Castelló en Moviment, Iñaki Vallejo. Eso sí, de conseguirlo sus efectos en principio positivos tardarían al menos un lustro en notarse.
