Fueron tantos y tan graves los acontecimientos vividos desde el miércoles pasado que, pese a mi conocida haraganería, me vi en la obligación de escribir el lunes, pero por el camino quedaban pendientes unos flecos que me soliviantan las meninges.

Para empezar. Con independencia de que los grandes clubes se distinguen por los pequeños detalles, y nunca será de recibo comunicar por wasap circunstancia tan grave como una baja, cabrea más si cabe la esperpéntica (de fantasmas) justificación deportiva de la decisión de prescindir de los servicios de Arturo , Alberto y Borja. Al primero, titular indiscutible, implicado y albinegro hasta la médula, nunca se le perdonó que, en tanto que capitán, le afeara al presidente sus impagos; el segundo, honrado y de la casa, paga los platos rotos de la nefasta planificación que ha diseñado una plantilla con ¡¡cuatro laterales zurdos!!; y el tercero, aunque lejos de su mejor rendimiento, merece seguir por las condiciones de su contrato y por su futuro. Incluso en un lujurioso beneficio de la duda, antes que a ellos, habría que sacrificar de una puta vez al responsable último, ora Ramon Moya ora Saúl Suay, cuya labor supone una hemorragia permanente para este enfermo terminal en que deviene el club.

Tampoco quiero dejar de hacerme eco aquí del interesado rumor sobre las ofertas de compra de la SAD que habría rechazado David Cruz, en espera de otra superior, claro. Para disimular no ha surgido la trola en el periódico habitual donde siempre vende sus dislates y propaganda. Es otro paso de una estrategia premeditada, digo la de crear un problema tan grande que le permita negociar la salida más rentable posible, sabiendo como sabe que el tiempo corre en su contra, no ya tanto por el juicio por la titularidad de las acciones que le abrió Osuna como por la imposición legal de una ampliación de capital por un valor superior al 51% del capital social, que de suscribirse le dejaría fuera del control de la mercantil. Lo digo y lo mantengo, Cruz no es un demente. De mediar una oferta ya la hubiera aceptado. A quien habría que encerrar por loco es a quien realizara la misma a sabiendas de la situación.

Y concluyo con ella. Una auditoría interna revela la causa de disolución de la SAD. Cruz la ha entregado a su abogado de cabecera, Cano Coloma, para ver cómo maquilla el muerto. Pero huele. Sin un plan de viabilidad, ni recursos propios -nunca los tuvo-, ni externos -ningún empresario se fía-, su obligación legal es la de convocar la ampliación de capital en la junta general de accionistas, que en principio debiera fijarse antes de final de año. No hacerlo supone un nuevo delito que añadir al dilatado currículum judicial de este personaje sin par en la historia del club, ¡¡y mira que han pasado!!

Pero esa sanción del delito no salva al Castellón. Necesitamos una petición judicial de dicha ampliación, que puede solicitar cualquier accionista minoritario. No parece complicado. Deviene más utópico pensar que la gran familia albinegra pudiera suscribir el millón y medio de euros -mejor sería hacerlo por 2 millones- en que podría plantearse, tras la también lógica operación acordeón. Tampoco es fácil esperar que los grandes empresarios locales participen de la idea, salvo que lleguen "invitados" por el ayuntamiento. Y ahí te quiero ver.

La puerta de Castalia. Como ya dejé dicho el pasado lunes, no voy a entrar en el juego de David Cruz y hablar de los incidentes del domingo para omitir la situación mercantil, pero no por ello dejo de exigir al Ayuntamiento de Castelló que llame a capítulo al ¿inquilino? de Castalia y le reprenda sobre su uso indebido y la asunción de responsabilidades en caso de accidente. Un motivo de sobra para no renovarle el convenio.