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Traducir a Shakespeare: una cuestión de amor

Txema Martínez ensalza la figura del dramaturgo inglés y la dificultosa „a la vez que apasionante„ aventura de traducir sus sonetos

Traducir a Shakespeare: una cuestión de amor

La obra de Txema Martínez (Lleida, 1972) no es «traducir por traducir». «Ha sido complicando y, a la vez, apasionante. Traducir a Shakespeare me lo ha dado todo, ha sido maravilloso». El poeta catalán presentó ayer en Castelló el libro que recoge la traducción de los sonetos completos de Shakespeare, en un acto homenaje al dramaturgo inglés que tuvo lugar en la Universitat Jaume I (UJI). Bajo el título «Traducir a William Shakespeare: una cuestión de amor», Martínez compartió la dificultad de este ambicioso proyecto que culminó tras doce años de trabajo, dedicación, esfuerzo y satisfacciones. El broche de oro lo puso el músico Rafa Xambó con el concierto «T´estimo tant. Sonets de Shakespeare».

La misión era todo un reto. «Traducir al catalán 154 sonetos, con rima consonante y endecasílabos es complicado, a la vez que apasionante», aseguró el autor. Según explicó, la primera fase consistió en leer los sonetos para captar la esencia, la forma y el fondo de cada uno de los sonetos. «Shakespeare es un poeta muy vivo, carnal, directo, que habla del amor sin complejos,... Mi objetivo era que cada frase fluyera con naturalidad. Esto no siempre pasa en las traducciones. A veces, y más en poesía, hay que traductores con los que sufres leyéndolos, ves que está forzado», apuntó.

No es el caso del poeta catalán quien llegó a aislarse en una caseta del Delta del Ebro para terminar la traducción de un soneto. «No había manera de encontrar esa palabra que me faltaba. Me iba a dormir y siempre pensando en la palabra hasta que un día la encontré y, allí solo, di un salto y grité ´¡Sí!´. Entonces me di cuenta que era un loco de Shakespeare, pero es la única manera de traducir a esta bestia», narró el catalán.

Lo cierto es que Martínez no ha sido el primero que se ha atrevido a traducir la obra de Shakespeare. Salvador Oliva (Girona, 1942) y Gerard Vergés (Tortosa, 1931-2014) ya hicieron su versión de los sonetos y, en el caso de Oliva, de su obra completa. Pero, en opinión de Martínez, entre estos autores y Shakespeare no hubo historia de amor. «Mi traducción es mucho más buena. Oliva es un maestro, ha traducido todo el teatro y, en cierta manera, los sonetos, ha sido como un añadido. Es como, lo he traducido todo y ahora tengo que hacer los sonetos. En mi caso no fue así. He traducido los sonetos porque quería, no porque tocara, y eso se nota en el trabajo que haces. En la vida misma también pasa, las cosas que hacemos porque tocan no es lo mismo que las que hacemos porque nos apasionan», argumentó.

Otra cuestión es, según Martínez, la edad. Él empezó a traducirlos sonetos cuando tenía 25 años y aún hoy siente al Shakespeare apasionado, poeta de la carne, el amor, la experiencia. «Si un traductor coge los sonetos con 80 años, evidentemente, puede trasladar todo este mundo también, pero es más difícil y, entonces, la visión que yo aporto es la de una persona joven», añadió.

Por último, hizo referencia al aspecto formal. Mientras que Martínez ha mantenido los sonetos endecasílabos y dice «no entender» cómo se puede traducir a Shakespeare con alejandrinos. «Para mí es un verso muy largo y eso afecta a la forma. En el soneto 71, que yo digo ´T´estimo tant´, Oliva dice ´t'estimo tan intensament´ porque lo está alargando. Yo no sé que es ´estimar tan intensament´. Si tu le dices a una mujer ´t´estimo tan intensament´, la mujer te tiene que dejar».

Intraducibilidad en la poesía

En el acto homenaje al dramaturgo inglés William Shakespeare también se hizo referencia a la intraducibilidad de la poesía. A este respecto, el poeta apuntó que algunos sonetos han sido intraducibles en el sentido de que no se ha alcanzado la perfección. «Shakespeare es un poeta de diez y, en algunos sonetos, tienes la sensación de que no puedes llegar, que te falta el aliento». Aún así, Martínez reconoce que el dramaturgo es un autor «muy vivo», que «constantemente se revisa», por lo que una nueva traducción «era todo un reto».

En este sentido añadió que el catalán también le ayudó por ser una lengua «con una perfecta sonoridad y con multitud de monosílabos con diferentes significados, igual que el inglés».

Con todo, y después de esta apasionante experiencia, el poeta catalán lo tiene claro. «No quiero traducir nada más de Shakespeare. Ha sido una historia de amor con los sonetos y se quedará ahí», concluyó el catalán.

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