amentablemente y después de vistos los últimos partidos jugados por el Villarreal creo que la suerte está echada. No se está ante lo que a remedo de los ciclistas puede considerarse una pájara, sino ante un socavón de grandes dimensiones. Si el lector quiere una referencia en el Villarreal de ahora mismo solo se salva Asenjo, al que solo le faltó el jueves parar el penal que significó el gol del empate de los suizos, no perdamos de vista que se trata de un equipo de Segunda División de la liga suiza, que no es precisamente la Bundesliga, pongamos por caso. Lamentable la actuación de los dos laterales que ni defendieron ni atacaron; absolutamente irreconocible Bruno, que, al menos, acertó a rematar el gol del equipo de Fernando Roig; fallón y perdido Jonathan Dos Santos, desubicado, perdiendo balones sin cesar; mal Cheryshev, que sigue sin encontrar la forma física que necesita; desconocido el Trigueros que esta temporada parecía lanzado hasta la selección y absolutamente negados tanto Bakambu como Pato, dos puntas penosos que por fallar en todo incluso con tres remates a puerta sin portero. No se salvó nadie, porque puestos a no saber, ni siquiera fueron capaces de defender la ventaja, en unos diez minutos finales, transformado su mal partido en un flan. Vamos a ganar o ganar, había dicho Escribá, para añadir que saldrían a jugar los mejores, y si los mejores fueron los alineados, cómo serán en estos momentos los no habituales. La vida, como la competición internacional que juegan, disputarla es otra cosa, es tan extraña que todavía les ofrece la inmerecida suerte de poder clasificarse a condición que ganen el partido ante el Steaua de Bucarest en El Madrigal, partido que me tengo decidido no acudir al campo, tal es mi personal frustración.

Habíamos celebrando una trayectoria del submarino que, tras un inicio de temporada en la que había perdido su derecho a seguir en la Champions, perfectamente entendible por las circunstancias vividas, habían sabido reaccionar hasta terminado el encuentro frente al Celta de Vigo con aquella victoria tan abultada como perfectamente conseguida. A partir de ahí entraron de cabeza en el hoyo de la mediocridad más absoluta así en la Europa League como en la liga española. Ellos sabrán y quiera Dios que aprendan rápido a comprometerse como es debido, puesto que resulta extraña tanta indolencia, tanta falta de compromiso. El me s'en fot, tan definitivo para definir lo inexplicable, debe tener alguna causa, que no acertamos a comprender. Que se sepa, el Villarreal es un club que atiende a sus obligaciones, también en lo económico, por lo que resulta indispensable qué es lo que está ocurriendo en el vestuario del Villarreal. Una plantilla formada por profesionales con talento, pero sin tino, se resuelve en creer que está mal gestionada. Si de mí dependiera y fuera posible ante la visita del Steaua presentaría, representando al Villarreal, al Villarreal C, todo y que probablemente - escribo de memoria -los jugadores no inscritos no pueden disputar la competición europea. Es un fraude a los que directamente han elegido a la actual plantilla, un fraude a los aficionados que les dan soporte y también, cómo no, a los aficionados que ocasionalmente han pasado por taquilla para contemplar las evoluciones de sus señorías.

Todo el crédito hasta ahora merecido, toda la admiración que habían ganado en los estadios de la vieja Europa, lo han perdido, no porque no saben más, tampoco porque un mal partido lo puede tener cualquiera, sino por una actitud indolente inadmisible para unos profesionales que lo serán porque cobran por jugar, pero no por profesar el interés y la responsabilidad que les son exigibles.