olvió a perder el Villarreal ayer domingo por la mañana, festividad de Santa Catalina, que la ciudad celebra con una feria, en una convocatoria a sus habitantes para acercarles a pasearla interesándose a la vez con lo que se le ofrecen, de frutos secos a juguetes, paseándola con la chiquillería. Después, todos se reunirán ante una mesa familiar, para dar cuenta de un menú a base de longanizas butifarres y otros productos de matanza del cerdo, a lo que se suele acompañar de ensalada de col y alioli de fuerte sabor. Después, probablemente, aparezcan los dulces de la feria, dátiles, turrones y otros como en un adelanto a lo que ocurrirá un mes después con la llegada de la Navidad. En el día de ayer, lo ya narrado, sirvió para intentar mitigar el disgusto de la primera derrota en casa y en liga del submarino, que recibió los dos goles del Alavés en los primeros minutos del partido. En principio se entendía que la fecha, el rival y los últimos resultados podían servir de estímulo suficiente para ganar, reconciliarse con su público y pelillos a la mar, pero hubo que atender y lamentar una derrota marca de la casa. Ganó el Alavés porque compitió sin tregua desde el primer segundo de partido, ante un rival que solo lo hizo desde el inicio de la segunda parte. Hasta entonces y antes, había subestimado al Alavés como hizo anteriormente con los rivales que le habían tocado en suerte en la Liga Europa.

Un equipo de la categoría del Villarreal no debe, porque es humillante para él e intolerable para los espectadores, entrar en el partido, en el minuto cincuenta; quiere decirse que en lugar de buscar una concentración absoluta para no ejecutar movimientos inadecuados o lentos o erróneos, salieron a jugar una pachangafrente a un rival que sabía que solo a base de concentración, intensidad y velocidad pondría imponer su ley, de modo que desde el primer pitido se decidió a hacer lo que sabía ante un rival que se lo permitió durante la primera parte y cinco de la segunda que fue el instante a partir del cual comenzó a parecerse a sí mismo, los días en los que le disputa al contrario en una misma o mayor intensidad, porque mientras él sí puede competir con el rival en intensidad, el rival, como el domingo por la mañana no puede jugar como el Villarreal porque no sabe hacerlo. Es un problema de no querer porque desprecian al contrario y el contrario, que puede disponer de superior concentración y entrega, cuenta con que el Villr-real les menospreciaría y ahí está su ventaja. El Alavés disputó noventa y cuatro minutos de juego mientras el Villarreal solo estuvo debidamente implicado cuarenta. En todos los demás cedió el balón, la velocidad, y las ganas reales de ganar, pero para entonces el rival tenía dos goles de ventaja y estaba dispuesto a defenderla con orden y ambición.Al Vila-real le falta un jugador capaz de encender la mecha de la traca, despertar a unos futbolistas absolutamente adormilados aunque sea despertándoles a patadas en el trasero y ese jugador está en la plantilla. No juega porque no puede, que está en las gradas viendo como sus compañeros van muriendo de inanición y al que solo el tiempo y los cuidados devolverán al césped de un campo de fútbol y me refiero, como ya supondrán, al bueno de Soldado, ejemplo de competitividad y vergüenza torera, cuya ausencia, vaya por Dios, nadie ha sabido sustituir, ni siquiera Escribá, al que una plantilla de futbolistos más amigos del dolce farniente que de estar a la altura de las circunstancias le echaron del curro, lo que dio con el equipo en la segunda división. Puede volverle a ocurrir, porque una cosa es un bache de forma física o mental y otro decidir aportar poco o muy poco cuando como contrapartida cobran mucho.

Tampoco anduvo fino Escribá con los cambios, básicamente porque el juego no funcionó jamás por el centro y de ahí el mal partido de Bruno y Trigueros, lo que acabó de arruinar Bakambu con su salida al campo. Fue tan solo otro bulto en el centro al que no podía llegarle un balón en condiciones de remate, pero como si no. Sansone sigue siendo el hombre allí arriba, con tres mediapuntasque los tiene y que incluso les sacó del equipo cuando entraron otros. Tal y como se estaba jugando ya en la segunda parte, el que sobraba era Bruno y como alternativa Trigueros, porque allí, en el centro jamás se jugó el partido. Con un extremo más alto que Mario y más rápido también el pasillo se fue creando el pasilllo que el Alavés necesitaba para que le llegaran balones en condiciones a un delantero que en el juego aéreo, las tocó todas. Resumiendo: o alguien les obliga a trabajar con la misma generosidad que les pagan o que empiece cuanto antes el desalojo de mangutas.