Existen muchas formas de comunicación con el bebé de tu vientre. Algunas son voluntarias y buscadas, pero la gran mayoría de ellas no lo son, aunque podemos controlar sus efectos si las conocemos y estamos pendientes. En esto se basan todos los programas de estimulación intrauterina existentes.

La comunicación más básica y primaria se basa en la alimentación. Todo lo que come la madre le llega al bebé a través de la placenta y, del mismo modo que lo que comemos nos puede afectar a nivel anímico a los adultos, también le pasa al bebé. A partir de las 14 semanas de gestación, el bebé ya detecta los estímulos gustativos del líquido amniótico y emite respuestas de agrado y disgusto.

Durante este mismo periodo el bebé comienza a escuchar. Anteriormente recibe las vibraciones sonoras a través de las células táctiles de su piel y del resto de órganos en formación. El medio en que se está desarrollando es muy ruidoso (circulación sanguínea, latidos del corazón, ruidos digestivos de la madre) durante las 24 horas del día, pero los diferentes decibelios de estos sonidos le permiten diferenciarlos y filtra los sonidos graves, percibiendo solo los agudos . El sonido de la voz materna le llega al bebé a través de la columna vertebral de la madre al mismo tiempo que recibe sus vibraciones a través del líquido amniótico, haciéndola inconfundible para él. El bebé reacciona ante estos ruidos, mostrándose relajado ante sonidos percibidos como amigables o alterado (aumento de los latidos del corazón, movimientos bruscos) si se trata de sonidos perturbadores e intensos.

Es a los seis meses de embarazo cuando las hormonas maternas atraviesan la placenta y es la oxitocina que libera la mujer embarazada la que facilita y mantiene los lazos afectivos madre-bebé. Por este motivo es importante la salud emocional de la embarazada. Todas las hormonas y sustancias liberadas durante el embarazo van a estar presentes en la formación del bebé, lo que le hace vulnerable a los estados anímicos de la madre de una forma muy directa.

De todos estos modos de interrelación gestacional, la forma más destacada y reconocida es el contacto directo cuando el bebé se ha desarrollado lo suficiente como para hacer notar sus movimientos, así como las caricias que se le pueden transmitir tocando la barriguita de la embarazada. Esa respuesta física inmediata que se da en ambos actores afianza su relación y despierta sensación de seguridad y afecto en ambas partes.

Nuestra labor como madres comienza desde el minuto cero, por lo que hay que tener presente todos los modos en los que influimos en nuestro bebé cuando lo estamos gestando para poder disfrutar plenamente del momento.