«Las matemáticas de Dios no son exactas», de Rocío Verdejo, no es una exposición cualquiera. Aborda el sentimiento del duelo ante la muerte de un ser querido y cada una de sus fotografías expresa los diferentes planteamientos ante este tipo de situaciones. Pero para descubrir el mensaje no hay que mirar solamente la imagen. Un recorrido por cada una de las fotografías a modo de secuencias, y un inesperado desenlace en el que el espectador se convierte en el protagonista, han hecho de esta muestra una de las apuestas culturales de mayor éxito en Castelló. Solo al final del recorrido, se descubre quién está muerto.

La obra, de la artista Rocío Verdejo (Granada 1982), ha permanecido expuesta un mes en la Llotja del Cànem de Castelló y ha recibido casi mil visitas. Hoy todavía se puede visitar de 11:30 a 13:30 horas y de 18:30 a 20:30 horas. El director pedagógico de la sala, Daniel Belinchón, explica que las ocho fotografías „de gran formato„ son fotos «construidas». «Estás escenografiadas y las imágenes se presentan como fotocuadros. Lejos de intentar aprovechar el carácter realista que proporciona la foto, Verdejo desarrolla el estilo pictorialismo e interviene para mostrar la obra más allá de la simple captura fotográfica. De esta manera crea una realidad que va más allá de la propia realidad», explica Belinchón.

El hijo que pierde a su madre (como símil de Jesús y María), el marido que espera la muerte de su esposa para irse con la amante, la niña sorprendida jugando en el despacho de su padre muerto, Magdalena que yace esperando a sus amado muerto, la novia que muere antes del «sí quiero» y las turbias fotos de muertos típicas de otra época son algunos de los escenarios que nos plantea la autora y que provocan en el espectador reacciones que van entre la sonrisa y el miedo.

En la exposición se pueden observar ocho fotografías: «Piedad invertida», «Un hombre libre», «Jugando con papá», «Magdalena», «Con sus cenizas», «In artículo mortis», «Cojín de huesos» y «Merienda post mortem». En cada una de ellas se muestra diferentes maneras de cómo afrontar el duelo „la rabia del porqué, la liberación, la eterna espera, la parálisis, la negación y la espera feliz„ y todas están relacionadas con alguna experiencia personal de la autora. La propia autora también está presente en algunos de los cuadros de manera indirecta.

Además, plantea y cuestiona la relación de los seres humanos con respecto a los muertos dentro de la cultura católica. «Cuestiona el paradigma de la liberación que se expone a través del dogma católico, la vida como un valle de lágrimas y ese final que lleva a la vida eterna. Lo que muestra la autora es que lo que experimentan las personas está muy alejado de la gestión emocional del duelo que plantea la religión y que, en realidad, se vive de manera traumática», apunta Belinchón.

El título de la exposición no hace sino enfatizar este cuestionamiento de Dios. «Ella se cuestiona el concepto de la planificación de los seres humanos hacemos de nuestra vida porque siempre pensamos que las cosas van a pasar como imaginamos pero nuestros planes no siempre se cumplen y, para nuestra sorpresa, lo peor es lo habitual», concluye el experto.