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El barrio de...

La salida a Valencia que integró a gente del sur

Pepe López, un veterano del tejido vecinal, relata la evolución de la avenida Valencia

Pepe López, en la mediana de la avenida Valencia. carme ripollés

Pepe López llegó a Castelló en la década de los 50 del siglo pasado con solo 18 años desde su pueblo jienense de Martos. Los primeros tiempos en la capital de la Plana no fueron fáciles y empezó compartiendo una habitación con «mucha gente», recuerda. Compaginó un trabajo con los estudios de Magisterio y al acabar la carrera se asentó económicamente a través de trabajos de representación. Se casó y tuvo tres hijos y cinco nietos. Desde su arribada a Castelló reside en la avenida Valencia. En sus inicios era la única conexión con el sur de Castelló y discurría por la misma la N340. A finales de los 50 emergieron las primeras promociones y la zona empezó a acoger un flujo de inmigrantes procedentes del sur de España que con el paso de los años consiguió integrarse plenamente en Castelló.

Pepe López es en la actualidad un referente de la avenida Valencia; estuvo implicado en el movimiento vecinal y subraya que un paseo al centro le cuesta «dos horas» por «la gente que me para». Con un humor socarrón, relata sus vivencias en una ciudad de las que sólo tiene palabras de agradecimiento. Nos muestra primero la asociación de pensionistas Sequiol y nos presenta a las trabajadoras de la cantina y al presidente y vicepresidente de la entidad, que justo durante nuestra visita organiza un curso de alfabetización a pensionistas.

La sede del colectivo de jubilados se encuentra en el centro de la avenida Valencia. En la plaza de la Media Luna se ubica una de las primeras fincas, conocida con el nombre de los «colorines». La vivienda de Pepe López también es una de las construcciones primigenias. Evoca que al principio su moto lambretta era de los pocos vehículos que se veían aparcados y que campos de naranjos rodeaban la avenida Valencia. Con el desvío de la N340 esta zona se convirtió en un punto de expansión de la ciudad y ahora forma parte del entramado urbano.

«Aquí vinieron sobre todo inmigrantes del sur», explica Pepe. «Yo me hice enseguida con Castelló. Su amabilidad e idiosincrasia era muy adaptable para los de fuera», subraya. No solo hizo raíces en la capital de la Plana sino que se implicó en su tejido asociativo y fue testigo en primera persona del vertiginoso crecimiento urbanístico del entrono de la avenida Valencia. En su opinión, «es la entrada más bonita de Castelló».

La figura de Pepe es el vivo ejemplo de la integración y superación. Estudió y trabajó a la vez para ayudar a su familia. Luego no pudo ejercer de profesor, pero no dejó de lado una de sus aficiones como la investigación historiografía. Hace unos años realizó nuevos estudios en la Universitat Jaume I y aprovechó para llevar a cabo un trabajo histórico de su pueblo natal de Martos y Castelló, del que destaca que le dio la enhorabuena el sobrino de Bernat Artola. El título de esta obra es «El puente de mis recuerdos» y en la portada aparece el Fadrí y un emblema de la Peña de Martos. Entre estos dos símbolos hay un puente virtual.

Entre otras curiosidades, en su trabajo a López le llamó la atención un manuscrito de Juan Luis Constante Lluch que hacía referencia a un sacerdote natural de Sant Jordi de la época de las guerras napoleónicas (primeros del siglo XIX), Francisco Esteller. López subraya que este cura escribía mezclando el valenciano y el castellano. «Una palabra era en castellano y la siguiente en valenciano», explica.

Pepe conserva su acento jienense pero su vida está ligada a su lugar de residencia: «Castelló para mí es como decía Francisco delicado, que nació en Martos: Uno no es de donde nace sino de donde pace».

De la avenida Valencia asevera que «nos conocemos todos» y resalta que su desarrollo en las últimas décadas ha sido positivo. Destaca que también se solventaron los problemas de inundacación que registraba la zona «cuando caían cuatro gotas» con el encauzamiento de barranco de Fraga. Esta infraestructura fue una de las principales reivindicaciones de este barrio. Desde los años 90 los vecinos reclamaron con ahínco esta actuación evitar las continuas inundaciones. El Consell inauguró el encauzamiento en 2013.

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