La Fundación ONCE, a través de la Confederación de Minusválidos Físicos, tenía interés de participar en la futura gestión del centro Termalismo de Benicàssim"mediante un patronato o una sociedad anónima laboral", según publicó Levante de Castelló el 15 de diciembre de 1991.

Representantes del citado colectivo mantuvieron reuniones con el entonces alcalde de Benicàssim, Francesc Colomer; y la presidenta del comité de empresa, Teresa Barberá, e incluso se realizaron diversas visitas a las instalaciones del centro. Y tanto Colomer como Barberá se mostraron satisfechos de la propuesta de la ONCE y consideraban que se trataba de la mejor opción que, hasta entonces, habían escuchado para garantizar el futuro del centro, porque había «voluntad para que el centro no se cierre».

La ONCE quería salvar el Termalismo porque «cumple una gran labor social y, por ello, no debe interrumpir su actividad dado que en España hay más de 1,2 millones de minusválidos físicos que necesitan rehabilitación».