A nivel de plantilla, muy poco se parece el Villarreal B de la primera jornada que se jugó en 2016 al que cerró el año el pasado día 18. El ciclo de los futbolistas en los filiales no suele ser muy corto. Así, de la escuadra grogueta que hace un año se proclamó campeón de invierno al que llegó esta temporada al paréntesis navideño se ha producido una notable revolución en el vestuario. Muchas y muy buenas salidas las que se produjeron el verano pasado, y pocas altas las que se produjeron al arrancar este nuevo proyecto.

Sin ir más lejos, del primer once de 2016 que empató en el Mini Estadi contra el Espanyol B (2-2), en 3 de enero, al que cerró el año contra el Mallorca B (3-2) en casa el pasado día 18, hasta siete cambios se han producido. No está el portero Aitor Fernández, ni Miguel Llambrich (está en el C), ni Carlos Julio Martínez, ni Pablo Iñiguez, ni Leo Suárez (es futbolista del primer equipo), ni Rodri Hernández ni tampoco Alfonso Pedraza. Otras importantes ausencias son las de Adrián Marín, Javi Ramírez o Fran Sol.

Esta temporada se han producido pocas novedades en el equipo. Llegaron nuevos José Carlos Lazo (Real Madrid Castilla) y Agustín Doffo (Vélez Sarsfield), y se apostó por chavales que estaban jugando en el Villarreal C caso del portero Joan Femenías; el central Ramón Bueno y Juan Ibiza; los mediocentros Dani Raba y Javi García; y el delantero Mario González. También promocionó al filial el joven defensa central Pau Francisco Torres, que dio el salto desde el juvenil A.

Con todo ello, y con la salida de Edgar Ié que fichará por el Os Belensnses portugués de Primera División, la plantilla del Villarreal B que entrena Paco López queda reducida a veinte futbolistas, con el apoyo de los chavales del C que también aportan su granito de arena.