La sala San Miquel de la calle Enmedio acoge a partir de las 19.30 horas de mañana jueves una magna exposición antológica en homenaje al pintor Paco Puig, en la que se pueden contemplar obras de más de 30 años del devenir de este singular artista castellonense.

La muestra se ha llevado a cabo merced a la cooperación del ayuntamiento y la diputación, el Casino Antiguo y la Fundación Caja Castellón. Cabe destacar la participación también de Culturarts, de la Conselleria de Cultura, que ha editado un amplio catalogo de más de 100 páginas a todo color que han redactado los comisarios de la muestra, Tonico Gascó y Patricia Mir, con excelentes imágenes gráficas del fotógrafo Antonio Pradas.

En la muestra, a cuya ceremonia de inauguración ha anunciado su comparecencia el conseller Vicent Marzà, se han agrupado las temáticas más representativas de la obra del pintor, tal y como son las mascaradas, barcas, ferrocarriles, paisajes, tauromaquias, gitanerias? En ella, como señala Patricia Mir, se puede ver la evolución de la plástica del pintor que no ha dejado de evolucionar desde sus inicios artísticos hace mas de 60 años hasta la actualidad.

Tonico Gascó destaca de Paco Puig que «cuadros de vieja fecha y actividades públicas en varios aspectos , en particular la música como intérprete y compositor, le señalan como uno los artistas más reconocidos de Castelló». Gascó habla de su obra «realizada con sinceridad, honesta dedicación, extremada afición y destacable calidad». La pintura expresionista de Puig, según puntualizan en los textos del catálogo los comisarios de la muestra, parte de una caricatura del ambiente, la socarronería jocosa, tanto del ser humano como del paisaje que atrae por sus descomunales y hasta grotescas formas, capaces de encerrar en sus meandros de potencia pictórica, intensos arreboles de color, contrastados desde la algarabía al patetismo de las postrimerías.

Y es que el pintor logra en sus paisajes, en sus máscaras carnavalescas, en sus desquiciadas escenas taurinas, en sus estaciones de ferrocarril, en sus barcas varadas en el cementerio del mar sin olas... devolver al contemplador a su humanismo más sincero y postrero. Al de la paradoja psicológica del hombre que vive aterrorizado por la muerte y que llega hasta a mofarse de ella al gozar plenamente de la existencia.