España es uno de los países con una de las tasas de adopción más alta (6.000 adopciones al año) y no precisamente porque se trate de un proceso sencillo.

Para una pareja que desea tener hijos es complicado tener que plantearse el recurrir a ayuda médica para poder concebir (mediante técnicas de reproducción asistida), más aún cuando ven truncado su sueño de tener a un hijo biológico (a través de donantes de gametos), pero cuando todas estas posibilidades quedan biológicamente descartadas, muchas parejas recurren a la adopción.

En estos casos, cuando no se realiza por una decisión primera e incondicionada, nos encontramos en una carrera donde las emociones han estado revoloteando descontroladamente, y todavía queda mitad del camino por recorrer.

De sobra es conocido lo costoso que resulta el completar un proceso de adopción, y no hablo únicamente de dinero. Cuando una pareja se encuentra en este punto es que están realmente decididas a ser padres (cada uno por sus motivos), pero desean llegar a tener un hijo al que sentir como propio. Este, precisamente, es el sentimiento más removido en procesos de adopción, puesto que si el hijo biológico o se ha gestado, ese sentimiento viene sin más.

El traer un nuevo miembro a la familia implica a toda ella, por lo que los padres pueden sentir ansiedad por cómo lo pueden recibir los miembros de sea familia, incluso por cómo los recibirá el niño a ellos.

Todo esto, unido al papeleo, seguimiento, esfuerzo y tiempo invertido genera un estrés añadido que en nada les beneficia.

Para llegar a este punto hay que contar con una base sólida, superando el duelo de no poder tener un hijo biológico. Se vuelve imprescindible despedirse de la idea de ese bebé parecido a uno mismo y del que se va a poder disfrutar de sus primeras experiencias. Superar ese dolor, recuperar la autoestima y sentirse a gusto con la pareja es fundamental para poder acoger como propio a un hijo adoptado.

Existen muchos profesionales que pueden ayudar a conseguir esa base tan necesaria, así como acompañar a la nueva familia en su andadura hacia la felicidad que, al fin y al cabo, es lo que nos mueve a todos.