La estampa de cada tercer viernes de enero en Benicàssim no fue ayer la esperada ya que el olor a leña, las paellas llenando la calle Santo Tomás y adyacentes y la música de fiesta, se cambiaron ayer por los paraguas y los abrigos, consiguiendo con ello un Día de las Paellas de lo más atípico. Sin embargo eran tantas las ganas de fiesta, de comidas entre familiares y amigos, que muchos fueron los vecinos y visitantes que, contra viento y marea, celebraron la fiesta, pero a cubierto.

Entorno a las 10.30 horas, el Ayuntamiento de Benicàssim emitió un comunicado dando la noticia menos esperada, pero que todos presagiaban: la suspensión de la realización de paellas en vía pública. El concejal de Fiestas, Arturo Martí, señaló que «con la lluvia y el anuncio de que continúan las precipitaciones, es imposible repartir la arena para hacer las paellas y además, desde los servicios de emergencia, se estipula que las vías deben permanecer abiertas al tráfico para facilitar el operativo de emergencia en caso de necesitarse».

Tras ese anuncio, el plan «b» comenzó a ejecutarse, y muchos fueron los grupos de amigos y familiares que se reunieron en bajos de viviendas para celebrar, de alguna forma, este día. «Muchos nos hemos cogido el día libre para poder participar en la fiesta y por ello vamos a comer igualmente juntos la paella, aunque sea dentro del local», indicaron el grupo de amigos que se reunieron en el local del electricista Javier Fuentes.

Entre este grupo de amigos que se encuentran Isabel Munera o Paqui Mallol comentaron que la decisión de no cancelar las paellas «no nos parece muy bien porque no es el mismo ambiente y la fiesta no es igual».

Una opinión también compartida con unos jóvenes benicenses que degustaron una paella en un local de restauración y, para todas ellas, la decisión del ayuntamiento no ha sido la acertada «porque con previsión y sabiendo que se esperaba lluvia durante todo el día, podían haberlo cambiado de día», indicaron Isi, Leila y Hasna.

Sin embargo, la decisión de continuar con la fiesta, declarada de Interés Turístico Provincial, no fue mal vista por la familia que levantó una pérgola en la calle Santo Tomás, delante de la vivienda familiar, y que cocinaron su paella sin problema. Como indicaba Juan El Canario «No se puede suspender esta fiesta porque el día es el día y de alguna manera la gente lo celebra».

La alcaldesa de Benicàssim, Susana Marqués, que compartió paella junto a varios miembros del Partido Popular en un bajo en la calle Bayer, reiteró una vez más que la decisión de aplazar la fiesta «no nos la hemos planteado» y comparó el Día de las Paellas con la Romería de las Fiestas de la Magdalena de Castelló, «ese día no se suspende porque hay gente que aunque haga mal tiempo lo celebra, y aquí pasa igual».

Así y todo, los defensores y detractores de que no se suspendiese la fiesta, celebraron el Día de las Paellas, siendo los máximos beneficiaron los locales de restauración ya que donde mejor se estaba era resguardado dentro de un bar o restaurante, con música, un buen plato de paella y sobre todo un buen ambiente.

La jornada festiva se alargó hasta alta horas ya que el polideportivo sí que acogió la actuación de una orquesta por la noche.