Con el tiempo se aprende a diferenciar entre lo que tiene verdadera importancia y lo que no la tiene tanto. Yo llevo toda la semana pensando el frío que pasaré en Castalia el domingo.

Hoy traigo un dato de lo más objetivo: mi hijo nació en septiembre y desde entonces el Castellón no ha perdido. No quiero precipitarme, Dios me libre, pero seguramente estemos hablando de EL ELEGIDO. Aquellos que deseen colaborar con su manutención pueden solicitar el número de cuenta por mensaje privado.

De fútbol no sé si aprenderemos algo, pero a nivel de comunicación de masas lo que envuelve al Castellón es un espectáculo. Todo lo que sé de la especie humana se lo debo a la fiebre albinegra. Moldear estados de opinión, convertir en volátil la más firme creencia y, a la vez, alimentar un ejercicio de fe a base de simples palabras. Las lecciones son múltiples y continuadas, tanto que a veces apetece preparar un bol de palomitas y observar la película desde una butaca. En fútbol somos de Tercera pero en lo demás pisamos zona Champions, y ahí es justo reconocer que Jordi Bruixola se los está tirando a todos, tanto que el ayuntamiento, que aspiró tarde y mal a liderar una respuesta al problema [porque lo del Castellón es un problema], está en una situación de encierro real o metafórico, maniatado, perdido el paso de la iniciativa, a rebufo y a expensas de la marea popular del aquí y el ahora.

Es bueno recordar que lo que entusiasma a la mayoría casi nunca es lo mejor ni lo más justo, pero es lo pragmático, lo que por inercia triunfa. Incapaz de construir y seducir con una solución perenne e integradora, el consistorio ha perdido la batalla de la opinión pública. Nada que pueda proponer será capaz de compensar la ilusión que desata, es innegable, esa serie de nombres que comienza con Dealbert y con Pablo. A quién no le gustaría un proyecto con varios de los mejores deportistas de la provincia, y quién va a negar al apoyo institucional o económico [la gran traba] a esa ola imparable, quién va a tener el cuajo político tras un par de años de inacción y palos de ciego, con la supervivencia del club en el aire. Ni siquiera sé si merecemos tanto, a estas alturas, y Marco necesita una salida. A mí la capacidad de adaptación siempre me ha parecido una virtud máxima.

En el paisaje que habitamos, me parece interesante el movimiento fiscalizador iniciado por Podem y Castelló en Moviment. Primero en cuanto al expolio, porque la verdad se alcanza siempre siguiendo el rastro del dinero. Después por lo simbólico: refuerza su posición sin ataduras del pasado, libres para exigir responsabilidades anteriores, rompiendo clichés además en cuanto a la izquierda y el fútbol. Y por último por lo colateral, porque a su vez debe servir para pedir soluciones a los que mandan. Como poco, para que espabilen los de ahora.