Los centros históricos son unas especies de guardianes de las esencias y la identidad de las ciudades. Desde los años del desarrollismo franquista entraron en un proceso de decadencia como consecuencia de su despoblación. El casco antiguo de Castelló no fue ajeno a esta realidad y perdió parte de su personalidad con la sustitución de algunas de sus viviendas de planta baja por bloques de altura. No obstante, el entorno de la Casa de la Cultura conserva todavía ese aire añejo y un paseo por sus calles nos retrotrae al pasado de la ciudad. Mantiene casas antiguas, vías estrechas y sus calles reciben nombres que rememoran su historia como Morería.

Pilar Dolç, fundadora hace cuatro décadas junto a Rafal Menezo de la Galería Cànem, ha sido testigo a través de su espacio, situado en la calle Antonio Maura, de la evolución del barrio. Muestra unas impresiones encontradas. Por un lado, se siente enamorada por esta parte de la ciudad, pero a su vez expresa su desencanto por el deterioro sufrido en estos años por el urbanismo depredador. «Se han cargado la identidad de la ciudad; urbanísticamente no ha interesado mantenerla; no hablo de tradiciones falsas sino de identidad. Por ejemplo, cuando hicieron la avenida Rei en Jaume I tiraron una plaza con casas pequeñas de la burguesía», relata.

Pilar Dolç es natural de Morella y llegó en 1973 a Castelló por «amor». Primero inauguró la Galería Cànem en un local en la calle Enmedio, pero al poco tiempo se trasladó a calle Antonio Maura, su actual emplazamiento. «Buscaba una casa amplia y de Antonio Maura me atrajo la vida cultural», rememora Dolç, que subraya, que además de la Casa de la Cultura, esta calle contaba con la vivienda de Isabel Ferrer, el Institut de la Dona y otras galerías de arte. Frente a la Galería Cànem se encuentra la casa de Josep Pascual Tirado (1884-1937), autor de la popular obra de Tombatossals, que recreó los orígenes de la capital desde un punto de vista mitológico. En la calle Enseñanza estaba la casa de Isabel Ferrer, que desde hace 32 años es ocupada por la sede del Colegio Provincial de Arquitectos. Esta finca fue erigida en el siglo XVIII y fue la primera escuela para niños que se abría en Castelló.

Encarada a la galería y junto a la finca de Josep Pascual Tirado se ubica la antigua lechería de Vicente Belenguer. Coincidencias de la vida, la directora de la Galería Cànem se encontró en Miami con la nieta de Belenguer, en un encuentro casual en el que ambas recordaron la «lleteria».

Siguiendo también hacia la calle Mayor resiste el paso del tiempo un pintoresco edificio formado con cerámicas que pertenece, subraya Dolç, a la familia Llinàs. Su actual propietario es un conocido arquitecto .

Una vez cruzamos Enmedio enlazamos con la calle Morería, denominación que recibe porque acogió a la población morisca en la Edad Media. En Alloza, la Iglesia de San Nicolás acogía en la época medieval una mezquita. En la plaza Clavé estaba el viejo «descarregador» y el Portal de la Purísima, continúa Dolç.

El inmueble que ocupa la Galería Cànem procedía del siglo XIX. Dolç conservó lo que pudo porque «estaba muy deteriorado». La directora de la galería lamenta la merma del dinamismo cultural y comercial de antes. «El barrio se ha quedado vacío. Antonio Maura tenía mucho paso cuando vine a Castelló. Me sabe muy mal que se esté muriendo esta zona, pero no hay comercio y los turistas no pasan por aquí», afirma. Sus vecinos han ido muriendo y los jóvenes prefieren para vivir otros barrios de la ciudad, remarca. La actividad comercial en esta zona prácticamente es nula y la oferta lúdica se limita a la hostelería. Uno de los pocos comercios que pervive en Antonio Maura es una fontanería que impulsó José Ortiz hace 70 años y que ahora regenta su hija.

La estructura urbana en esta cuadrícula del centro de Castelló ha permanecido más o menos invariable. Las calles paralelas al mar son amplias y las perpendiculares estrechas, una distribución que se realizó en su momento por cuestiones de salubridad. «Se pensaba que de esta forma entraba menos el aire», culmina Dolç.