Bronca al palco y victoria en el campo. El Castellón vive realidades confusas: bordea el desastre de la liquidación a nivel institucional y disfruta en el fútbol de un equipo invencible que exprime su gen competitivo en cualquier escenario y frente a cualquier rival. Ganar en tiempos revueltos: lo hacía con Frank Castelló y lo sigue haciendo con Manu Calleja, que ha salido fortalecido de su doble y peliagudo estreno al mando de los orelluts. Arañó un empate en Novelda y venció ayer a otro rival directo, el Ontinyent, gracias a un solitario tanto de penalti de Lolo Ivars. El Castellón, tercero en la tabla, encadena 18 partidos sin derrota y regresa a la zona de play-off de ascenso.

El partido amaneció gélido en Castalia, en un paisaje de esos que recuerda la crudeza de la Tercera División, donde el césped, un patatal de apariencia mate, ni siquiera evoca el brillo de tiempos pasados. Salió el equipo en plena bronca al palco, donde regresó el presidente ausente. El himno, mientras, se enganchaba en megafonía, como atascado empezó el partido entre dos aspirantes a lo máximo en la categoría. Si el Castellón de entrada propuso poco, porque le costó carburar, el Ontinyent todavía menos. El partido tardó en proponer. Solo un robo de Chema al lateral Edu, en el minuto 8, quebró el tono monocorde del juego. El centro de Chema no acertó a rematarlo Yagüe, que comenzó ahí su martirio particular y recurrente.

El Castellón funcionó a arreones. Discontinuo, empujado a los picos y los valles por los parones deliberados del Ontinyent, funcionó a pares. En torno al cuarto de hora, un par de centros despertaron Castalia, en la jugada mejor trenzada, de lado a lado, con roscas sin premio de Jesús y Abraham. Y en torno a la media hora, en un par de ocasiones claras. Una doble, tras otro centro tenso de Abraham, con el portero Raúl repeliendo a quemarropa los remates de Esaú y Yagüe; y la otra en el córner del minuto siguiente, cuando Álvaro Gómez, un central joven, maniobró en el área con el temple de un mediapunta veterano para asistir un disparo franco de Forner, que un defensa sacó in extremis.

El argumentario ofensivo del Castellón en la primera mitad abundó en el suplicio de Yagüe. Tan activo y útil en el frente de ataque como negado en el interior del área, empezó a tomar además, con el paso de los minutos, decisiones incorrectas. Dos intentos fallidos en el control, en otro buen centro de Abraham y en una falta botada rasa por Ivars, avivaron su divorcio con la grada.

Enfrente, el Ontinyent apostó por aliarse con el crono y con la ansiedad local. Antes del descanso tuvo las suyas, pero los centrales evitaron que Sabater, titular por enfermedad de Zagalá, hubiera de intervenir. Guille Vázquez, en el minuto 19 y ante Cristo, y Álvaro, en el 42 y ante Juanan, taparon las mejores opciones de gol.

Chema fabrica un penalti

La primera jugada del segundo tiempo fue albinegra. Chema tiró una pared larga con Yagüe, pero remató alto de zurda. No tardó en entrar Marenyà, desplazando a Ivars a la mediapunta y a Yagüe al banquillo. Al poco llegó la acción clave. Chema se fabricó un penalti que Ivars aseguró con temple.

En ventaja, el Castellón se sostuvo en Forner y se perfiló para la transición. Marenyà falló la sentencia tras una carrera de Chema, que fue relevado por Alexis, que a su vez sustituido por el debutante Joao al sufrir unos mareos.

Mejor le fueron los cambios al Ontinyent, que percutió en busca del empate con unas prisas y una ambición que le habían faltado en la primera hora. Cuando lo intentó era tarde: el zurdo Rafeta estrelló un córner directo a la cruceta y en la última oportunidad, en el minuto 82, Sabater anduvo rápido para despejar un balón de gol a los pies del ariete Cristo. Porque esto está así, a día de hoy y desde mediados de septiembre, al Castellón no le gana ni Cristo.