San Juan, al pie de la cordillera andina, limítrofe con Chile, era el lugar donde las autoridades argentinas desviaban a los españoles cuando llegaban en los barcos de emigrantes a Puerto Madero, en Buenos Aires? Territorio seco, aparentemente hostil, donde los jóvenes de pueblos La Marina, en un tiempo en el que lo del turismo ni se sospechaba, llegaban con la vieja maleta de madera dispuestos a labrarse un porvenir. Aquella primera ola migratoria se produjo hace un siglo.

Fue cuando una familia de Xaló decidió construir un trinquet, exactamente igual que el que se levantaba en su pueblo? y que se mantuvo en pie hasta principios de los años sesenta, superando incluso el terrible terremoto que destruyó casi por completo la ciudad en enero de 1944 con más de diez mil muertos.

La última migración se produjo a finales de los años cuarenta del pasado siglo. Fue la que llevó hasta San Juan a un joven de Tàrbena, Joaquín Gisbert Ripoll en 1949. Hoy tendría 98 años. Era pelotari destacado en las calles de su pueblo natal.

Cuando llegó a San Juan, tras atravesar la Pampa en ferrocarril, su decepción por el paisaje: «Acò pareix La Rioja», dijo. Y estuvo a punto de hacerle regresar a la verde Buenos Aires. Esperando el tren de vuelta oyó hablar su lengua. Se le abrió el corazón. Se dirigió emocionado a los que en el idioma de su madre se expresaban y le hablaron de un trinquete donde jugaban y hacían vida social. No tomó el tren de regreso. Allí se quedó y se abrió camino como herrero artístico y viticultor. Acabó siendo uno de los socios fundadores del Centro Valenciano, en 1969. Hoy congrega a tres mil quinientos socios.

Lucha por mantener vínculos

En San Juan se casó con una joven paisana de Tárbena, Rosa Solibert Pont. Hoy, su hijo, Joaquín Gisbert, con doble ciudadanía, lucha por mantener los vínculos con la tierra de sus padres desde la comisión directiva del Centro Valenciano. Y recuerda su niñez en el trinquet viejo de San Juan: «Allí iba yo con diez años y todos los domingos se reunían no menos de doscientas personas para disfrutar de la pilota valenciana. Todos hablaban valenciano y en el trinquet se sentían más cerca de su añorada tierra de nacimiento?».

No se ha olvidado de los rivales más duros de su padre: « Bielsa de Dénia, Ballester de Pedreguer, Pepe el del Grau de Valencia, Federico y Miguel Gómez, que no era valenciano pero jugaba muy bien». Aquel trinquete acabó en manos de un club de turcos, hasta que desapareció.

Jesús recuerda sus viajes a España: «Yo era un privilegiado. Muchos nunca pudieron volver...por razones políticas o porque no les alcanzaba. Cuando volvíamos a Tàrbena, a mi padre le gustaba jugar en las calles. Recuerdo una partida contra los de Parcent? Nunca nos olvidábamos de comprar pelotas de vaqueta para el Trinquet de San Juan. En los últimos viajes que he realizado me gusta comer en el Trinquet Marina Baixa de Benidorm».

Con ayuda valenciana, de su Federación, de la Generalitat y el esfuerzo humano y económico del Centro Valenciano, Joaquín Mulet, un emigrante de Dénia impulsó la construcción de un nuevo trinquete. En 1997 una expedición valenciana patrocinada por José Luis López visitó la ciudad y con las primeras figuras: Genovés, Sarasol, Pigat, Fredi, Cervera, Sarasol II, Paquito, José Maria, Oltra?, se inauguró el nuevo recinto. También participaron pelotaris de San Juan y Paraná, desplazados desde el otro extremo de Argentina?Una gran fiesta, bajo el cartel pintado artísticamente en el rebote: «Benvinguts».

José Maria Orquín, un viejo emigrante de Beniopa se encargó de formar a unos jóvenes?Murió Orquín y aunque hubo nuevos intentos, el trinquete, a pesar de ser cubierto e iluminado, languideció. Hoy, tristemente, se ha convertido en un almacén para guardar trastos de la institución. Murieron los viejos emigrantes. Hasta 2013 la Generalitat organizaba cursos de valenciano. Ya no los hay. Los nietos de aquellos valencianos de nacimiento pierden el idioma pero se aferran en mantener algunas señas de identidad: la falla, el escudo de la institución y la paredes de un trinquete que ya no se usa.

Rejonazo definitivo fue el fracasado intento de un Mundial en 2013. «Ojalá pudiéramos volver a darle vida a esta tradición. Yo lucharé por ello». Argentina, actual campeona mundial, se nutre de jugadores de San Juan. Seguro que alguno hay nieto de valenciano.