El ex secretario general del PSOE y precandidato a las primarias del partido, Pedro Sánchez, inició ayer en Castelló una serie de encuentros con militantes para desgranar las propuestas de su candidatura y para contabilizar apoyos de cara al congreso federal de junio, aunque obtuvo un escaso rédito orgánico.

Ayer, en Castelló, fue agasajado por casi un millar de socialistas y consiguió el efecto buscado de superar el aforo de La Bohemia, una sala cultural de exposiciones con 600 personas de capacidad y gestionada por el que fuera jefe de prensa de Carlos Fabra en la época monolítica del fabrismo.

En su discurso, el ex secretario general recordó los logros sociales conseguidos bajo gobiernos socialistas en la primera etapa de la democracia como un guiño al perfil del militante que ayer se congregó en Castelló, protagonista activo de esa etapa.

A este respecto, la presencia de Sánchez contó con muy poco respaldo de cargos políticos del partido. La alcaldesa de Castelló, que había confirmado su asistencia como militante para escuchar al candidato, no pudo acudió por compromisos de agenda al igual que parte de su equipo de gobierno. Así mismo, ni el secretario provincial, Francesc Colomer, ni el alcalde de Vila-real y portavoz en la diputación, José Benlloch, acudieron al acto, como tampoco los alcaldes más destacados de la provincia y que en su día firmaron un manifiesto por el no a Rajoy. De hecho, el diputado Odón Elorza se preguntó: «¿Dicen que Pedro está solo? ¿Dicen que no tiene generales? Aquí esta la militancia», respondió.

Sánchez, acompañado además por Zaida Cantera, Adriana Lastras y José Luis Ábalos, situó al partido en una encrucijada similar al congreso de Suresnes de 1979. «El partido entonces hizo un ejercicio de adaptación a la sociedad y como consecuencia de ello, en 1982 logramos la victoria en las generales. Hoy como entonces, el partido socialista debe evolucionar para ser mayoritario», zanjó.

En este sentido, apuntó que el PSOE volverá a ser alternativa de gobierno cuando «transforme» su estructura del siglo XX al siglo XXI y llamó a los socialistas a «reafirmar nuestro espacio» en un sistema político «fragmentado y competitivo», pero donde «la mayoría de los progresistas y gente de izquierdas quieren ver al partido socialista como la principal fuerza del cambio».

En su discurso, Sánchez hizo referencias a «la palabra dada» y pidió «un PSOE autónomo y libre de injerencias». También aseguró que «es evidente que hay poderes que desean un PSOE subalterno de la derecha y que esos poderes «harán todo lo posible para que el proyecto que nosotros encarnamos no llegue a buen puerto».

Así mismo, recordó su labor al frente de la ejecutiva socialista y aseguró que las medidas impulsadas hicieron del PSOE «el partido más transparente de España».

En coherencia, y tras presentar su decálogo de medidas, se comprometió a incluir en los estatutos la obligación a consultar a la militancia todos los acuerdos de gobierno y aseguró que el PSOE debe ser la fuerza política que aglutine los gobiernos del cambio.