Mar de Fulles, de Alfondeguilla, es un complejo hostelero único en España, uno de sus signos distintivos, que no el único, es que es autosuficiente: el 100% del suministro eléctrico que se consume tanto en su restaurante, el hotel y el albergue que lo integran, proviene de energías alternativas. Este esfuerzo innovador, pero sobre todo, la apuesta por hacer realidad lo que en otros casos puede quedar en una declaración de intenciones, ha sido premiado por el Parlamento Europeo con el Citizenergy 2016.

Este galardón, que se entregó ayer en Bruselas, tiene como objetivo distinguir a quienes implantan energías renovables en Europa financiadas directamente por los ciudadanos comunitarios mediante plataformas colectivas. En el caso de Mar de Fulles hasta 131 personas decidieron participar de un «crowdlending» por el que hicieron pequeñas aportaciones que lograron juntar los 174.000 ? que costaba instalar y hacer funcionar de manera eficiente el sistema de placas solares fotovoltaicas que suministran de energía a todas las instalaciones.

El encargado de recoger el premio fue Josep Antoni Nebot Garriga, uno de los socios colaboradores principales de un proyecto impulsado por Juanma Urbán y Mª José Serra, dos activistas de Greenpeace Valencia que hace 11 años se propusieron demostrar a propios y extraños que es posible cambiar los modelos productivos y que apostar por la calidad, no está reñido con respetar las condiciones medioambientales y sociales del proyecto.

Juanma Urbán explicó que Mar de Fulles es la suma de colaboraciones. Al igual que el sistema energético ha sido posible por la implicación de Josep Antoni Nebot, fundador de varias empresas relacionadas con las energías alternativas, otros proveedores se han convertido en socios de una iniciativa que cuida todos los detalles. «Todo tiene nombres y apellidos», desde la mesas, las sillas y las camas, hasta las ventanas, el proyecto arquitectónico o los alimentos que se sirven en su restaurante.

La financiación que ha hecho posible la construcción y puesta en marcha de Mar de Fulles también se convierte en una reivindicación de que otra manera de hacer las cosas es posible. El dinero invertido proviene de una cooperativa sin ánimo de lucro, Fiare, que obtiene sus fondos de diferentes ONG. Este hecho hace que antes de implicarse en cualquier proyecto «establezcan una serie de criterios muy estrictos que se han de cumplir, desde el punto de vista medioambiental y social».

Convertirlo en un concepto

Urbán defendió que su pretensión es convertir Mar de Fulles en un concepto y no solo «en un lugar bonito donde se está muy bien». Quienes comen, se reúnen o se hospedan en este lugar tienen la oportunidad de saber que la distribución de los edificios está estudiada al detalle para adaptarse a la posición del sol, las corrientes de aire o el entorno geográfico. Solo así se consigue que, por ejemplo, «el pasado mes de agosto solo hizo falta conectar el aire acondicionado un día, y fueron dos horas».

Este premio europeo es una compensación por el duro camino recorrido, y la conclusión pretende ser una lección de que los proyectos comprometidos son posibles, la bioconstrucción es una realidad viable y el uso de energías alternativas es una apuesta efectiva.