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El Willy Fog de la 'terreta'

El Willy Fog de la 'terreta'

Detrás de cada persona siempre hay una historia. La de Enrique Navarro está lejos de ser corriente. El brillo de sus ojos y la amplia sonrisa cuando habla de sí mismo delata que se siente un privilegiado. No por tener un trabajo, que también. Tampoco por hacer lo que más le gusta, raro en estos tiempos, sino por vivir una aventura cada fin de semana, como si se tratara del protagonista de una serie americana, cuya trama discurre en multitud de países con el objetivo de cumplir misiones.

Nacido en Castelló hace más de 36 años, jamás hubiera imaginado que la actividad de diseñar una coreografía en la clase de educación física durante su etapa el instituto terminaría por convertirse en su profesión. Metido en el mundo del fitness desde 1999, su vida sufrió un cambio radical en 2014. Hasta ese momento, la rutina que le ataba entre semana era como la de cualquier asalariado normal: levantarse pronto para ir a trabajar. En su caso, ir al Centro Deportivo Provincial. Sin embargo, ese año la dirección decidió dar un impulso a la oferta de actividades deportivas con una nueva modalidad que estaba de moda: el jumping.

A Enrique Navarro, eso de saltar sobre una cama elástica le pareció más que interesante. Vio una oportunidad de progresar profesionalmente, pero sin saber que cambiaría su vida. Recibió la formación adecuada en Lasarte (Donostia) y empezó a impartir clases. A medida que iba aumentando su número de seguidores en el centro, con la sala cada vez más abarrotada, incrementaba su producción de videos en las redes sociales. Simplemente quería mostrar a la gente lo divertido que suponía recordar épocas de niñez con una disciplina tan divertida. Y lo que consiguió fue mucho más: captar la atención de los responsables de la marca originaria de la República Checa que, viendo el impacto social de sus publicaciones, le ofreció la oportunidad de convertirse en formador de formadores.

«Se pusieron en contacto conmigo para que fuera un mes allí. Les habían gustado mucho mis videos en youtube», explica. Y no se lo pensó dos veces. La experiencia le marcó. «Me convertí en el único instructor del mundo no checo, porque la marca se creó en aquel país en 2001, no en Estados Unidos como mucha gente piensa», matiza.

A partir de ese momento, comenzó el sueño de Enrique Navarro. Entre semana es una persona normal, con un horario previsible. Repite la misma dinámica hasta el viernes al mediodía. Entonces, coge su maleta y su iPad y se marcha corriendo al aeropuerto. Una nueva peripecia le espera. En apenas dos días debe impartir un curso de 16 horas (8 el sábado y el resto el domingo) en un país que sólo conoce de antemano por una programación pactada, pero cuyas costumbres son completamente desconocidas para él. «Es lo que más me aporta: conocer nuevas culturas y practicar idiomas. Si tuviera cargas familiares, esto no lo podría hacer, sería estresante para mí y para mi familia. Pero, al no tenerlas, debo aprovechar ahora que puedo hacer estas cosas», comenta.

Actor de cine en Corea

Además, como reconoce, si no fuera por este trabajo, le resultaría imposible visitar lugares tan exóticos y caros como Isla Reunión, Corea o, en unas semanas, Singapur. Anécdotas tiene para escribir un libro. Recuerda especialmente su estancia de una semana en el país asiático, donde le confundieron con un actor de cine. «Si para nosotros, ellos nos parecen todos iguales; al revés ocurre lo mismo», asegura.

Tampoco olvidará su viaje al Caribe, donde nada más aterrizar le advirtieron de que tuviera con cuidado a la hora de bañarse. «Muchas playas son puntos de cría de tiburón blanco y me contaron que ese año se habían llevado a tres turistas por imprudentes, ya que se atrevieron a meterse en el agua hasta las rodillas», relata.

Enrique admite que perfectamente le podrían apodar el Willy Fog de la 'terreta'. Porque si de algo presume allá dónde va, es de sus orígenes. «Castelló no es tan conocido como debería ser por sus muchos atractivos. La gente no sabe dónde está. Les tengo que explicar que se encuentra entre Barcelona y Valencia», precisa. No obstante, le impacta más el desconocimiento general respecto a la ubicación de España en el mapa. «Parece mentira pero en muchos países piensan que estamos en Marruecos», concluye.

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