Un partido sensacional del francés Kevin Gameiro y cuatro goles, uno suyo, uno de Saúl Ñíguez, uno de Antoine Griezmann y uno de Fernando Torres, propulsaron al Atlético de Madrid en su eliminatoria contra el Bayer Leverkusen, ya casi sentenciada por el despliegue ofensivo del equipo rojiblanco. Su ataque, liderado por Gameiro, fue imparable para el conjunto alemán y el resultado final, un 2-4, es muy bueno, con la vuelta pendiente en el Vicente Calderón, pero, a la vez pudo ser incluso mejor, por ambición, ocasiones y fútbol de un Atlético que lo tuvo todo para golear, pero que concedió dos tantos en su retaguardia.

El plan del Atlético surgió perfecto. Cada movimiento imaginado, diseñado meticulosamente, lo ejecutó en el comienzo del encuentro. Lo tenía claro el equipo rojiblanco, que combatió las virtudes de su rival, el robo de balón en el medio y el contragolpe, con las mismas cualidades, con la misma ambición, pero con más determinación.

Dentro de la previsible potencia e intensidad altísima a la que se jugó el partido, el Atlético fue casi siempre mejor en ataque, en cada detalle, en lo táctico, en sus duelos individuales, en cada sector, en cada salida a la contra y en la presión en el medio campo, desde la que cimentó un triunfo espectacular al intermedio.

Su adversario aguantó las primeras ofensivas rojiblancas, pero luego fue noqueado con la contundencia ofensiva que propuso en cada transición; la que demostró Saúl, que en una jugada mezcló todas sus enormes cualidades, potencia, fuerza, conducción, disparo y gol, allá por el minuto 17, con una rosca con la zurda en la esquina del área que desde que salió de su pie vio dentro; y la que ofrecieron Gameiro y Griezmann en el 0-2.

Sin noticias del mexicano Chicharito Hernández y con sólo un susto, el que alivió Moyá con una estirada ante el esloveno Kevin Kampl, fue un repaso del Atlético que bien pudo ser un 0-4 al descanso, porque Leno paró otra conexión Saúl-Griezmann-Gameiro, pero que fue un inesperado 1-2 nada mas comenzar el segundo tiempo.

El Bayer reanimó el debate unos instantes, pero, realmente, no había mucha discusión. Ninguna para Gameiro, que desmontó a su adversario... una vez más. Su partido fue espléndido. De principio a fin. Hizo una jugada sensacional, desmarcado hacia un lado y con un túnel después a Dragovic, que le agarró y le derribó, fuera del área, aunque el árbitro lo vio dentro. Penalti ¿Un problema o una ocasión? 1-3.

Un gol para una actuación estupenda, la mejor desde que juega en el Atlético. No le bastó para disputar entero el encuentro. Un gol en propia puerta, el 2-3 en un despeje de Moyá que rebotó en la rodilla de Savic hacia su propia portería, y once minutos después fue sustituido por Thomas Partey, con gesto serio, pero con la seguridad y la confianza de que su partido fue incuestionable e incontestable, vital para un triunfo que culminó Fernando Torres con el 2-4 final.