Si las obras de la variante de la N-340 a su paso por el Mas de Fabra pusieron al descubierto un hallazgo arqueológico único en las comarcas de Castelló la rapidez de actuación en las tareas de delimitación de la zona rica en posibles hallazgos a cargo del ayuntamiento posibilitaron demarcar un área en concreto que ha arrojado a la luz verdaderos hallazgos que se suman a otro punto arqueológico importante del municipio como es el Puig de la Nau.

Así, los trabajos han permitido recuperar del subsuelo importantes vestigios arqueológicos en un perímetro del asentamiento que se calcula en 2.000 metros cuadrados. El yacimiento data del siglo VII aC y es un caso singular y único por hallarse emplazado en un llano.

Las primeras pistas de las piezas arqueológicas se encontraron hace dos años, y ahora se ha confirmado como un asentamiento humano cuya actividad se remonta a los siglos VII y VI aC de características muy singulares.

El yacimiento se encuentra acotado y protegido desde el momento de su descubrimiento. Está emplazado en una parcela de 1.800 m2 de secano y sin explotar, entre fincas de naranjos, hecho que sin duda ha sido determinante en su protección y estado de conservación, al no sufrir los efectos de la actividad humana sobre las tierras. Lo convierte, por lo tanto, en el único asentamiento de esa época ubicado en terreno llano que ha llegado incólume hasta nuestros días.

Los trabajos a la parcela del Mas de Fabra han sacado a la luz la base o cimentación de los muros y diferentes estructuras excavadas a tierra, como un gran silo que podría haber servido para almacenar grano y cereal. Aun así, se han descubierto los apoyos de los palos que sustentaban los tejados de las edificaciones, y que esconden elementos simbólicos como conchas. Las piezas cerámicas reflejan una clara influencia de la cultura colonial fenicia sobre este asentamiento ibero.