«Si nos hubiéramos reunido antes no habríamos llegado a la situación actual», subrayó José Romero, propietario de la Guindilla, tras la reunión que mantuvieron ayer hosteleros de las tascas con la asociación ciudadana de Sense Soroll en el Ayuntamiento de Castelló.

Ambas partes acercaron posturas en el primer encuentro que mantuvieron en diez años de conflicto, pero el futuro del modelo tradicional de las tascas pende de un hilo al estar pendiente de una resolución judicial. Sense Soroll afirmó que ahora es imposible echar atrás este pleito, que dirime la legalidad de la ordenanza municipal que regulariza las tascas y que se encuentra en manos del Tribunal Supremo.

Los representantes de Sense Soroll, tascas y equipo de gobierno valoraron esta toma de contacto, que avanzó Levante de Castelló. La cita de ayer se prolongó tres horas y en la misma se abordó la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia que prohíbe beber en el exterior de los locales de Barracas e Isaac Peral a partir de las diez de la noche, el acceso al aparcamiento de Isaac Peral y las medidas contra la contaminación acústica.

Los bares de las tascas y Sense Soroll se emplazaron a próximas reuniones, pero los propietarios de la zona gastronómica mostraron su preocupación en el último procedimiento judicial que queda por resolver y que analiza la legalidad del artículo 26 de la ordenanza de convivencia del ayuntamiento que avala las tascas. «Eso es lo más preocupante. Sense Soroll afirma que no se puede tirar atrás; en mi opinión, creo que hasta ellos son conscientes de que el asunto se les ha ido de las manos», aseguró el responsable de la Guindilla, que lamentó que si se hubieran organizado reuniones en el pasado no se habría enquistado tanto el conflicto judicial.

El Tribunal Supremo validó en 2014 la citada normativa municipal de las tascas, pero un año después el TSJ aceptó otro recurso presentado por Sense Soroll contra dicha ordenanza, que esgrimió una posible incompatibilidad con la ZAS. El ayuntamiento, que desde el inicio se ha posicionado junto a las tascas, recurrió al Supremo, quien vuelve a tener en sus manos el futuro de las tascas. Si falla a favor de Sense Soroll, los clientes de las tascas no podrán consumir en la calle; deberán hacerlo en el interior de los locales o en las terrazas de la plaza Santa Clara. Es decir, la singularidad de las tascas diría adiós y sólo podría volver con un cambio de la legislación, una revisión que tardaría años en materializarse.

Sense Soroll, en boca de su presidente Pedro Monfort, sostuvo que no hay vuelta atrás con el último proceso judicial, pero insistió en que si pierden darán la batalla por perdida y no recurrirán más.

La delegación de las tascas, que además de Romero estuvo integrada por el propietario de la Oficina, Ernesto Bou, reiteró que cumplirán la reciente sentencia del TSJ y que dejarán de expender a la vía pública en Barracas e Isaac Peral a partir de las 22 horas, y se comprometió a seguir reduciendo el ruido en la zona. «Al final es un asunto de molestias por ruido», indicó Romero, que destacó que la contaminación acústica y la ZAS desaparecerán al restringirse a las 22 el consumo al interior de los establecimientos.

Las tascas plantearon la posibilidad de cambiar el acceso por la calle Vera al parking de Isaac Peral para evitar a los clientes de las tascas, aunque Sense Soroll discrepó con esta solución y rebatió que la afluencia de gente se da en toda la calle y no sólo en la pegada a la calle Mayor.

Por su parte, el concejal de Movilidad, Rafa Simó, valoró la celebración de esta reunión y el camino de diálogo que emprenden Sense Soroll y las tascas.