Castelló cumplió ayer con la tradición para recordar sus orígenes en el acto central de las fiestas. Lo hizo de manera multitudinaria. El hecho de acompañar la temperatura animó más que nunca a los romeros, que completaron el recorrido hasta la ermita de la Magdalena con una cifra muy por encima de la registrada en el año anterior. Según datos de la Policía Local, hasta 130.000 castellonenses se movilizaron para peregrinar hasta el santuario y rendir así tributo al pasado.

La extraordinaria respuesta merecía la ocasión. Se trataba de la primera Romeria de les Canyes como Bien de Interés Cultural (BIC). Un reconocimiento que «hace justicia a esta fiesta de la convivencia», resaltó el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, quien calificó de «gran honor haber podido contribuir en este Consell a que se haya podido declarar este acto como BIC», según en declaraciones recogidas por la agencia Efe.

La alcaldesa de la ciudad, Amparo Marco, igualmente destacó que la declaración tiene una especial «importancia para las fiestas de Castelló, ya que son internacionales, lo que supone un mérito de la ciudadanía», subrayó.

Para el máximo representante de la diputación, Javier Moliner, «hoy (por ayer para el lector) es un día para regresar a los orígenes, para saber que Castelló hace más de siete siglos fue ocupada por los pobladores del Castell Vell y es justo que la ciudad rinda homenaje a aquella decisión estratégica que la ha convertido en la capital que hoy es».

Cono todo, los pañuelos y las cintas verdes inundaron el recorrido hasta el cerro, completamente la ruta que dio origen a la ciudad hace 766 años, con el descenso de los primeros pobladores desde el citado Castell Vell hasta La Plana.

Volteo de la campana «Vicent»

Como suele ser tradicional, la jornada arrancó al amanecer, a las 6.30 horas, con el volteo de la campana Vicent. La llamada solemne dio paso, a las 7.00 horas, a las dianas de la Colla de Dolçainers i Tabaleters de Castelló en la plaza Mayor. Seguidamente, la gran despertà en la calle Santa María Molás y la plaza de la Panderola, en el Grau, con el disparo de 73 carcasas a cargo de la pirotécnica Peñarroja (el número de ediciones de la Magdalena), abrió el reparto de las 25.000 cañas y cintas a los romeros que se dieron cita tanto en la plaza Mayor como en la tenencia de alcaldía del distrito marítimo.

Sin más dilación, la misa de los peregrinos en la Concatedral de Santa María e inició de la Romeria de les Canyes hasta el ermitorio.

La comitiva oficial estuvo presidida por las reinas, Estefanía Climent y Berta Montañés, acompañadas por los gobernantes locales, provinciales y autonómicas. Entre ellos, la mentada alcaldesa, Amparo Marco; el presidente de la diputación, Javier Moliner; y el jefe del Ejecutivo valenciano, Ximo Puig. Además, también cumplieron con la tradición el expresidente de la Generalitat y exalcalde de Castelló, Alberto Fabra, y la presidenta regional del Partido Popular, Isabel Bonig.

Los miles de romeros cubrieron el recorrido a buen ritmo, ciñéndose al itinerario de 1252, cuando se procedió al traslado a La Plana gracias al privilegio otorgado por el rey Jaume I. A través del Camí dels Molins, que enlaza con el Caminàs, se alcanzó Sant Roc de Canet. La primera parada obligatoria de la romería sirvió para retomar fuerzas. Los bocadillos de tortilla de habas, con las longanizas secas, altramuces y cacahuetes, sin faltar la bota con vino tinto, revitalizaron a los romeros, quienes atisbaban en el horizonte la Magdalena.

Con un mayor ánimo, la llegada hasta el santuario resultó cuestión de minutos, dependiendo de la marcha de cada uno.

En cualquier caso, y como manda la tradición, una vez en el paraje, fue cita ineludible la ascensión hasta el templo para hacer sonar la campana, estrenando con ello el nuevo acceso con una nueva escalinata y barandilla.

El reparto de rollos también reunió a centenares de peregrinos, que degustaron el manjar magdalenero para completar la comida debidamente transportada en la mochila con recipientes de plástico. Otros prefirieron saborear la paella monumental cocinada en la explanada del cerro.

La presencia de la comitiva oficial fue anunciada a través un remate terrestre, que precedió a la misa solemne en la Magdalena, a cargo de las autoridades eclesiásticas de la provincia, encabezadas por el obispo de la diócesis de Segorbe-Castelló, Casimiro López Llorente.

Completado el guión protocolario, la Tornà, ya por la tarde (a las 15.45 horas), escenificó la fundación real de Castelló.

A diferencia del peregrinaje hasta la ermita, el descenso de los miles de romeros resultó menos organizado. Es decir, se produjo de manera escalonada, sin una hora concreta de regreso a la ciudad, en función de la agenda personal de cada uno. Los más valientes completaron, también a pie, el camino de vuelta hasta sus domicilios particulares.