La parroquia San José Obrero está físicamente en Crémor, pero espiritualmente en toda la ciudad. Su labor diaria se concreta desde hace décadas en el barrio Crémor, pero todos aquellos niños de antaño que hoy son adultos, y se han trasladado a vivir a otros distritos de la ciudad, siguen enganchados al «buen rollo» que se respira en una parroquia que, envuelta en su fe católica, se ha convertido sin duda en el centro juvenil con más actividad de la capital de la Plana.

José María Oriola (párroco) y los curas Florencio Roselló y Paco Sanz son los responsables de San José Obrero. Sanz nos recibe mientras vemos cómo van entrando familias para presentar la documentación y poder optar a la comida que se reparte cada jueves gracia al Banco de Alimentos y otras donaciones. Sanz, que nos muestra las instalaciones, asegura que al mes salen desde la parroquia unos 5.000 kilos, que benefician a una media de 120-130 familias. Hay dato positivo: «En los últimos meses hemos visto que ha ido bajando el número de personas que nos piden alimentos, y eso es sin duda buena señal. Está claro que la gente que está en el pozo no falla, pero otros fluctúan».

Mientras habla caminamos por el edificio de la parroquia, cedido hace años por el ayuntamiento, donde disponen de zona de ocio y de aulas para celebrar las catequesis y las actividades propias de la parroquia.

Pero una de las características singulares es, sin duda, su apuesta por la juventud, con un programa especial que cumple casi 30 años en un barrio heterogéneo. «Algo estaremos haciendo bien cuando gente que hace 25 años era el niño o la niña que acudía a la parroquia, ahora se ha ido a vivir a oro barrio por temas profesionales o personales, pero decide traer a sus hijos a San José Obrero porque lo recuerdan con mucho cariño», reflexiona Sanz.

La parroquia no es solo un lugar de fe, aunque sea el aspecto fundamental, sino que tiene una labor mucho más amplia «porque creemos que podemos ayudar en el barrio en temas de prevención de delincuencia desde la infancia». Con el apoyo de los catequistas, «muchos de ellos vecinos de la zona», se trabaja en temas que sirvan para que los jóvenes tengan un lugar donde reunirse. «Aquí siempre tenemos las puertas abiertas, lo priorizamos a la seguridad, lo que nos ha llevado en alguna ocasión a sufrir algún pequeño robo», se sincera Paco Sanz, quien no obstante insiste en que prefieren «que todo el mundo se sienta en su casa».

Utilizan un lenguaje cercano y moderno, como refleja la Pascua Juvenil Mercedaria, que han preparado del 13 al 16 de abril para los jóvenes haciendo un juego de palabras con el lema de un conocido programa televisivo de cocina: «MasterFe. Dale Merced a la vida». Según Sanz, «hay que acceder a los jóvenes con su lenguaje, porque su mirada, sus inquietudes, no son como las de los adultos, y hay que hacer un esfuerzo para captar su atención, pero se consigue».

La integración de la parroquia en las fiestas de la ciudad también es amplia. En Sant Antoni encienden su propia hoguera en la plaza, con bendición de animales incluida. El evento más cercano será hoy, Domingo de Ramos, con un acto muy participativo en la plaza de la fuente de la estación de tren, junto a la parroquia. Y para el próximo 1 de mayo, en la que se celebra la festividad de San José Obrero, se cocinan unas 30 paellas para más de 600 personas.

Pero, sin duda, una de las épocas más esperadas es la Navidad, donde todo el barrio se moviliza. El primero de los actos importantes es el Belén Viviente, una de las representaciones navideñas más reconocidas de la capital de la Plana, que en 2016 cumplió nada menos que 20 años de vida. Más de 200 personas participan en una obra singular que cuenta con un total de 92 actores y actrices amateurs y que coordina Sanz. El segundo es la llegada de los Reyes Magos en tren, a cuya estación acuden centenares de personas para darles la bienvenida antes de recibir los regalos en la parroquia. «Es de los actos más bonitos que hay porque no sabes la cara que ponen los niños cuando escuchan por la megafonía de la estación que están llegando el tren con los Reyes Magos», señala.

La solidaridad está presente durante todo el año, no solo con el barrio y la ciudad, sino también con los necesitados de otros países. El próximo 29 de abril, por ejemplo, han organizado en el parque Mérida un torneo solidario de fútbol 7, en el que esperan recaudar fondos para ayudar a Mozambique. Además, tanto Paco Sanz como Florencio Roselló -que es el capellán de centro penitenciario Castellón I y el secretario de penitenciaria de la diócesis Segorbe-Castelló­-acuden semanalmente a la cárcel de la carretera Alcora para prestar su apoyo, que se mantiene en ocasiones cuando los presos salen a la calle.

Emigrantes del Maestrazgo

La parroquia San José Obrero esta integrada en un barrio, Crémor, con una gran colonia de emigrantes del Maestrazgo, tanto de Castelló como de Teruel, un aspecto singular que le da un sentimiento «de pueblo», porque «las ciudades tienden al anonimato, pero aquí todos nos conocemos, se respira un ambiente de familia, de solidaridad, de cooperación, y eso es un poso que queda para siempre».

El histórico soterramiento de la vía hizo que «se acabase la historia del ´Castelló de soca´ y el del ´Castelló de dalt de la via´, dando sin duda un empujón a este barrio», lo que no quita que las necesidades «sigan siendo muy grandes». No hay más que darse una vuelta para ver el mal estado de muchas calles, solares en pésimo estado o la inexistencia casi absoluta de plazas donde jugar. Por no hablar del aparcamiento, una auténtica odisea que no hizo más que complicarse con la estación de tren. «Aquí hemos visto cómo el desarollo urbanístico ha saltado desde el centro a la zona del Raval Universitari, como si todavía siguiese existiendo esa vía del tren», se lamenta Sanz.