«Lo que vale es la conciencia de no ser nada, si no se es pueblo», en estos términos se expresaba la alcaldesa de la Vall d´Uixó, Tania Baños, a las pocas horas de su llegada, por primera vez, a los campamentos de refugiados en el desierto Argelino del Sahara.

Junto al teniente de alcalde, Antoni Llorente y una delegación integrada por vecinos de la Vall, Baños encabeza estos días una visita oficial, diez años después del último intercambio institucional, a pesar de que existe un hermanamiento entre la ciudad y la Daira de Hagunia.

Este viaje tiene mucho de experiencia vital. Cualquiera que haya estado alguna vez en este inhóspito lugar sabe que el impacto es inevitable, miles de personas que ven pasar el tiempo sobreviviendo a costa de la ayuda humanitaria internacional, a la espera de un referéndum de autodeterminación ordenado por la ONU, pero nunca celebrado. Pero en este caso también tiene de compromiso público, porque la delegación de la Vall tiene un objetivo práctico: instalar depósitos de agua potable, ni que decir tiene que se trata de una infraestructura imprescindible en un lugar donde el líquido elemento brilla por su ausencia.

La delegación vallera experimentará estos días el singular placer de la convivencia en un lugar donde no hay tiempo, ni prisa, donde la higiene es básica y en absoluto una prioridad cuando falta casi de todo. Disfrutarán del ceremonial del te y de las largas conversaciones, del cariño y la hospitalidad de un pueblo que vive entre paréntesis desde hace más de 40 años. Pero además, ya han participado en varias reuniones oficiales. La primera con el Ministro de Cooperación, «con el que hemos ultimado los trámites para comprar e instalar los depósitos, que en principio esperamos que estén colocados lunes o martes, antes de marcharnos, al menos la mitad de ellos», explicó Baños.

Por otra parte, también han tenido una reunión con el Ministro de Juventud y Deportes, y con el de Educación «para tratar, entre otros temas, algunas cuestiones relacionadas con el programa de Vacaciones en Paz, ya que este año, con bastante seguridad, aumentará el número de niños que pasarán el verano en la Vall», destacó el concejal, Antoni Llorente.

Aunque ante todo, el hecho de haber querido estar en persona sobre el terreno persigue otro compromiso más personal: «conocer la realidad del pueblo saharaui, tanto social como política, porque esa es la gran asignatura pendiente, poder hacer fuerza para que se resuelva su situación».