Tendemos a etiquetarlo todo. La vida parece más sencilla así, identificando lo que nos rodea, clasificándolo, unificando cosas parecidas o que siguen, a nuestro entender, un mismo patrón. Pero de repente un día algo se sale del renglón, alguien pinta el dibujo por fuera, se presenta como una persona distinta a quien creíamos que era y el interés se transforma. En ese momento se encuentran dos hombres que comparten tantas coincidencias que bien merecerían una etiqueta que los abarcara a ambos, aunque no exista ninguna.

El 6 de febrero llegaron a las librerías dos novelas de dos autores afincados en Benicàssim. Dos hombres que llevan tiempo escribiendo, pero nada siquiera parecido a lo que estos días promocionan. Dos hombres que un buen día se hicieron amigos porque el destino decidió que tenían que conocerse para mejorarse mutuamente. Uno de ellos es Pere Cervantes, que ha publicado con Al revés 'Tres minutos de color'. El otro, Raúl Ariza, que ha sacado a la calle su primera novela, 'Un viaje solo para hombres' con Ediciones Versatil, después de una exitosa experiencia con los relatos.

Tantas confluencias se convertían en una invitación para ponerlos a los dos uno frente al otro, pero no para hablar de sí mismos, sino para conseguir algo muy complicado para un escritor, destripar la obra de un amigo, porque los dos coinciden en esa dificultad, aunque no exhiben poses estudiadas para no hacer daño. De hecho, Ariza no duda en señalar que la primera novela publicada por Cervantes «muy iniciática, era pésima», aunque se convirtió en la excusa perfecta para que tuvieran algo de lo que hablar cuando un buen día Pere acudió a una librería de Benicàssim para conocer a Raúl. Y desde entonces, hasta hoy.

Amigos

Uno puede esperar que todo sean halagos entre dos amigos escritores llamados a promocionar la obra del otro, pero fundamentan sus argumentos en la necesidad de no engañar a sus respectivos lectores. Tanto es así que cuando Ariza llevaba leídas unas 50 páginas de 'Tres minutos de color', no dudó enviarle un mensaje a Cervantes para decirle: «Es tan buena, que no tiene que ser tuya», a pesar de ser conocedor al dedillo del proceso creativo que le llevó a completarla hasta convertirla «en su mejor novela». Y ha sido así, desde su punto de vista, porque «Pere es un lector muy exigente, que lee mucho. Además, sus parámetros de exigencia le han obligado a no correr, esta es una obra muy pensada».

Al otro lado de la mesa, Cervantes define a Ariza como un «neurocirujano de la palabra», con lo cual no pretende situarle en un nivel inaccesible para cualquier lector, más bien al contrario, ya que considera que «su gran arte es seleccionar la palabra precisa siempre» para decir lo que quiere, pero para dejar abiertas las sensaciones a la interpretación de cada lector. Cuando Pere habla del paso del autor de 'Un viaje solo para hombres' del relato a la novela, le cuesta hablar de evolución, porque considera que sería «menospreciar el género anterior». En cualquier caso, no duda en señalar que «me ha encantado como, para ser su primera novela, se ha lanzado al vacío, escribe ficción dentro de la ficción, toma un tema muy delicado y se sale de forma notable».

Si les preguntas a cada cual por qué recomendarían la obra del otro, para Raúl Ariza 'Tres minutos de color' es «tan novedosa, que conjuga con maestría dos o tres obras distintas en un mismo libro. Las costuras que se le podrían ver están tan bien cosidas que desaparecen». Además, defiende que uno de sus alicientes es que el lector se encontrará con una novela negra «que se escapa del género». Ariza distingue dos partes, una en la que se crea un personaje «muy cinematográfico, a la altura de los arquetipos del género» y una segunda «casi de ciencia ficción» pero unidas entre sí «con un hilo argumental muy coherente».

«Homenaje a la mujer»

Pere lo tiene claro con 'Un viaje solo para hombres': «Es una novela desgarradora sin hacer uso de la violencia». Pero va más allá al asegurar que «es una disculpa a la mujer en nombre de la violencia machista». Cervantes reconoce que «cada vez que leía un papá pronunciado por el hijo del protagonista, me dolía el alma». Además, entiende que habrá dos lecturas dependiendo de si el que la hace es hombre o mujer. A los primeros «nos hace tomar conciencia de esta realidad, por muy alejados que nos veamos» y en cuanto a las segundas, «lo disfrutarán; es un homenaje a la mujer».

Con sus novelas, tanto Pere como Raúl han dado la espalda a cualquier etiqueta que pretendieran colgarles hasta el momento.