Imagínense vivir en pleno 2017 en una capital de provincia, junto a la estación de tren, a escasos 15 minutos del centro y rodeados de maleza, ratas, postes eléctricos reconvertidos en farolas, vivendas con luz 125v y sin contar con la red de alcantarillado. No tienen que irse muy lejos, pueden pasearse por alguna de las calles de Crèmor, un barrio de la capital de la Plana donde parece haberse detenido el tiempo durante el último medio siglo. El soterramiento de la vía fue sin duda un hito para esta parte de la capital, pero paradójicamente la construcción de la Universitat Jaume I hace ya 26 años provocó un salto en el desarollo brutal, con inversiones que priorizaron la creación de un nuevo barrio -el Raval Universitari- y que dejaron en tierra de nadie a Crèmor.

La oportunidad se brinda ahora con el diseño del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en el que está sumido el actual ayuntamiento. De hecho, Crèmor está considerado como punto de actuación relevante para los próximos años, hasta el punto de que se ha implicado a estudiantes de arquitectura de la Universitat Politècnica de Valencia para que aporten sus ideas y a los vecinos para que digan qué barrio quieren.

Crèmor, con unas 40 hectáreas de superficie, tiene al norte el río Seco, otro muro sobre el que se reclaman pasarelas desde hace años. El límite por el este es la calle Pintor Oliet con la estación intermodal de tren y autobuses y al sur nos encontramos con la carretera l´Alcora. Un paseo por sus calles te revela el abandono en el que se haya sumido, pero deja entrever el esplendoroso pasado que sin duda tuvo una zona salpicada por ´masets´ de una belleza notable, hoy difuminada por la falta de mantenimiento.

La principa preocupación de sus propietarios es que los futuros desarrollos urbanísticos respeten las vivendas consolidadas, aunque ello implique retranqueos para conseguir unos viales dignos que crucen el barrio. Esta parece ser la promesa del ayuntamiento, desde donde se insisten en que así se hará.

Al instituto por caminos abandonados

Paseamos por la calle Cronista Montaner y nos encontramos con un grupo de chavales que aparece por un minúsculo camino entre maleza. Es la ruta que hacen a diario para ir desde sus casas, en la zona de la carretera de l´Alcora, hasta el instituto Bovalar, al otro lado de un río que tienen que cruzar a diario, y para el que ya se ha anunciado una pasarela que permita sortearlo. La imagen es sin duda tercermundista.

Nos recibe en su casa un matrimonio especial, Paquita y Artemio, que llevan más de 50 años viviendo en una zona que «no cambiaríamos por nada del mundo». No dudan en enseñarnos su vivienda, coquetas como poco, con un jardín que refleja el amor que sienten por su particular paraíso. Y todo eso pese a estar en un entorno que se ha ido degradando por completo». No tienen más aspiraciones que conseguir que, de una vez por todas, el ayuntamiento obligue a mantener los solares limpios, que las calles estén bien asfaltadas y que se consolide lo que ya está construido». Recuerdan viejos proyectos en anteriores épocas, donde prácticamente desaparecían los ´masets´. «Querían enviarnos a todos a hacer gárgaras, pero afortunadamente todo eso se paralizó», resaltan.

Orientamos nuestros pasos hacia la calle Estados Unidos, estrecha como pocas, dejando a los lados viviendas seguro que con un pasado extraordinario pero que hoy son la imagen de la decadencia en muchas ocasiones. Nos encontramos con Mª Carmen, Paula y su madre, también Paula. Insisten en denunciar la falta de actuación de los diferentes ayuntamientos en Crèmor. «Mira qué farolas más majas tenemos», nos dice Mª Carmen con ironía mientra vemos esos postes de madera reconvertidos en farolas de diseño. Las tres insisten en defender lo mismo, limpieza y mantenimiento, y resaltan que «somos tanto de Castelló como los demás y pagamos nuestras contribuciones como el resto de vecinos».

Casas con pozos ciegos

Llegamos hasta la plaza de la Concordia, donde conversan Josefina y Rosa precisamente de la última reunión mantenida por los vecinos con el concejal de Urbanismo, Rafa Simó, el pasado jueves para hablar de los proyectos del barrio. Josefina paga sus impuestos como cualquier vecinos, pero tiene la particularidad de que la red de alcantarillado pasó de largo. Tiene que convivir con los pozos ciegos y junto a una calle que no tiene canalizaciones para evacuar el agua cuando llueve. «Esto es un empastre cada vez que caen cuatro gotas; hemos pedido que se solucione todo, pero de momento, sin respuesta», señala.

La situación a veces es tan surrealista como conocer que estamos en un barrio donde aún hay vecinos que tiene la luz a 125 v. Así lo expresó uno de ellos en la reunión del pasado jueves, destacando que no hay manera de que la compañía eléctrica le dé permiso para tener luz a 220 v. «Es tal nuestra dificultad que tenemos que desconectar la nevera cada vez que enchufamos la lavadora», señaló el afectado. Sí, estamos hablando del Castelló del siglo XXI y en un barrio histórico como Crèmor.