A partir de mañana, Manu Calleja buscará conseguir con el Castellón lo que no consiguió en las anteriores siete promociones de ascenso que ha disputado. Es la dificultad y la crueldad de esta fase decisiva del campeonato. Bien lo sabe que el Castellón, que solo ha logrado un ascenso en los últimos siete intentos. Es tiempo de play-off: ciudades que despiertan, estadios que bullen, personas que sueñan y a menudo se desomoronan. A Calleja nadie tiene que explicarle qué sintió el albinegrismo en Gavà: él vivió un capítulo de similar crueldad, a la vez en el pasado junio, como entrenador del Conquense.

Calleja manejó en Cuenca una plantilla que sufrió meses de impagos y consiguió proclamarse campeona del grupo. Sin embargo, perdió la primera eliminatoria contra el Extremadura, un hueso. El equipo conquense se rehizo en el segundo cruce y se plantó rearmado en el tercero. Empató a cero en la ida frente al Mutilvera navarro, y mandó en la vuelta, se puso por delante y perdonó la sentencia hasta encajar el gol fatal en un córner. «El único remate que han hecho», dijo entonces Calleja en rueda de prensa cuando explicarse ni apetece ni sirve de nada.

Lo aprendido

Calleja era un hombre lógicamente roto tras el fiasco. Se derrumbó: «ya no creo en nada, no voy a ascender nunca. No sé qué hago mal, no puedo con ello. Me está vaciando». El tormento de Calleja conecta con el tormento del Castellón. Once meses después, el ahora entrenador albinegro piensa que ha aprendido en el proceso. «Esta es mi octava fase de ascenso», dijo ayer en sala de prensa», «y en la primera me creía Lillo (por lo ofensivo de la propuesta de juego) y en esta quiero ser Simeone (por lo opuesto). La experiencia me dice que los que suben son los equipos sólidos, los que defienden bien, los que aprovechan las transiciones y son muy buenos en la pelota parada». Eso quiere ser Calleja contra el Poblense en la eliminatoria que mañana a las 18.00 horas comienza en Castalia: «nos van a hacer sufrir, primero aquí y luego en su casa más. Hay que quitarles el balón, porque de medio campo hacia arriba son letales, pero les cuesta defender».