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Matarem el cuc ací

Donde los 'dioses' querrían comer

Donde los 'dioses' querrían comer

En la memoria de los comensales existe un sabor ancestral que distingue el simple acto de alimentarse del placer de la gastronomía. En el Maná Bar tratan de recuperar en su carta y en sus almuerzos ese gusto a veces olvidado. Un ejemplo son las patatas bravas, tan congeladas y tan maltratadas en algunas cocinas, y a las que el cocinero, Daniel Rodríguez, recupera su autenticidad.

Maná Bar nació el 17 de enero de 2014. Su nombre alude al alimento enviado por Dios a los hombres, y también a las dos primeras sílabas de los apellidos de Carlos y Jesús Martínez Navarro, los dueños del restaurante que gestiona Mati Muñoz.

Los clientes no son dioses, pero se les trata como tal. Según relata el chef, «nos dejamos orientar por sus gustos», como un oráculo que suele acertar en sus predicciones. Los primeros días de la semana los bocadillos típicos suelen ser los más demandados, a los que el cocinero le imprime calidad en una barbacoa en la que el pulpo a la brasa es otro de los habituales.

Y llega el viernes, y con el fin de semana por delante, la hora del almuerzo se convierte en una pasarela del almuerzo de cuchara: Manitas de cerdo, rabo de toro, callos con garbanzos, «comida muy tradicional y muy de casa, hecha con mucho cariño y de calidad», tal y como constatan los numerosos clientes que repiten, algunos de ellos de «cierta edad», y a los que «es imposible engañar», comenta Rodríguez.

Uno de los reyes del almuerzo es el caballo. Su carne es muy demandada por los clientes, al igual que otros platos en los que se deja sentir la impronta de Daniel Rodríguez, de 33 años, pero está al pie de los fogones desde que era solo un adolescente. «Soy andaluz, por lo que mi cocina se notan estas raíces, como cuando utilizo comino, ajo y ñoras».

De una filosofía similar se impregna el resto de platos de Maná Bar, un redescubrimiento del sabor original en una completa carta de arroces, carnes y pescados, en la que tampoco falta la innovación y la fusión con comidas extranjeras, como la japonesa, apunta el cocinero.

Todo ello regado por vinos, entre los que destacan los 'pagos', a los que siguen el clásico carajillo quemado típico Castellón y una gran variedad de gin-tonics de autor entre los que elegir después del 'maná' elaborado en el 'templo' de Daniel Rodríguez, por el que si los dioses pudieran también se sentarían a la mesa.

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