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El sistema educativo desafina

?Los conservatorios luchan por devolver el protagonismo de la música en las facultades

El sistema educativo desafina

España es tierra de arraigo, de tradición y, sobre todo, de buena música; sin embargo, los melómanos españoles deben sortear todo tipo de obstáculos para labrarse un futuro enfocado a la música. La educación musical hace años que quedó relegada a un segundo plano del panorama estudiantil, en favor de los estudios universitarios. Las organizaciones de alumnos de los conservatorios, los profesores y los aficionados a la cultura en general, unen sus fuerzas para reclamar más protagonismo del sector cultural, y más concretamente de la música, en el sistema educativo.

La tradición en este tema es muy importante. Según datos de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana (FSMCV), en España hay censadas más de 1.600 agrupaciones musicales, de las que más de 500 tienen están en la Comunitat Valenciana. No es casualidad que la Berklee College of Music, la universidad privada de música más importante del mundo, haya escogido València como sede de su campus en España. Sin duda, la materia prima es de primer nivel. Los españoles somos los mejores músicos del mundo y la mejor prueba de ello son los más de 300 profesionales del sector que han encontrado trabajo en el extranjero.

La brillante tradición musical de nuestro país choca con las trabas que tienen que superar los estudiantes de música en España. Incompatibilidad de horarios con los estudios universitarios, la desigualdad en las instalaciones educativas e incluso la inestabilidad en la dotación del profesorado son algunas de las razones principales que prueban la opresión a la que está siendo sometida la educación musical. Sin embargo, plataformas de estudiantes como la que preside José Miguel Moll, en el Conservatorio Superior de Música de Castelló, no cesan en el intento de llevar la música a la universidad. Moll es crítico con la pasividad de la administración ante las protestas y apunta que «si bien es cierto que existen plataformas estatales que estamos luchando, pero si la última palabra la tiene el político, y no mueve ni un dedo para arreglar el tema, no podemos hacer nada».

El tan cuestionado plan de estudios musical se divide en tres niveles. Comenzando por la Enseñanza Elemental, con cuatro años de duración. Esta fase del aprendizaje puede servir al alumno para tocar en cualquier banda de música a nivel amateur. En el siguiente escalón encontramos la Enseñanza Profesional, impartida en los muchos conservatorios repartidos por toda España. Seis años son precisos para acabar esta etapa del sistema educativo musical. Con la obtención de este título, se pueden impartir clases a alumnos de la Enseñanza Elemental.

Por último, los estudios de Grado Superior. Hay 18 conservatorios en España que ofrecen enseñanza superior de música. Esta recta final en el proceso de aprendizaje musical dura cuatro años. Con este título superior ya se puede impartir clase, opositar para cualquier orquesta del mundo o exprimir cualquier opción de vivir de la música. Si echamos cuentas, acabar las enseñanzas musicales lleva catorce años, como mínimo. Lo mismo que una carrera universitaria.

La protesta de colectivos como el de Moll se apoya en el nulo reconocimiento académico de los grados superiores de música, pese tener un precio similar, ocupar más años de aprendizaje y albergar una cantidad similar de materia impartida. Con todos estos años de enseñanza musical, el título de Grado Superior de música, a día de hoy, no tiene más valor que un ciclo de Formación Profesional impartido en cualquier instituto. Los músicos sienten que la dedicación y el esfuerzo realizado no se valora. «Parece que si no estudias una carrera clásica como Derecho o Medicina, no has hecho nada de provecho con tu vida estudiantil. De hecho, muchas veces, automáticamente te responden: «¿Y qué más?» cuando dices que estudias música», sentencia Moll.

El modelo educativo español en la parcela musical se queda atrás con respecto a otras naciones europeas, a priori menos desarrolladas culturalmente que nuestro país. Es el caso de países como Portugal, Macedonia, Serbia o Eslovenia que sumados a los casos de los grandes referentes de la cultura musical como Alemania, Austria o Estados Unidos sí que permiten realizar tesis doctorales en los propios conservatorios.

Vicente Campos, catedrático en la especialidad de trompeta y director del Conservatorio Superior de Música de Castelló, responsabiliza de este hecho a la administración pública. «Todavía no ha habido ningún Gobierno que haya creado una Dirección General de Música -como sí la hay en otros países- para decidir el futuro de nuestro sector y toda nuestra riqueza cultural. Tal vez la falta de esta iniciativa es lo que nos diferencie de los grandes referentes en educación musical», afirma.

Los interesados en que esta disciplina artística tan identificadora de nuestra cultura sea reconocida académicamente como se merece, continuarán con sus reivindicaciones.

El objetivo es lograr un anhelado futuro en el que se respire música en cada sala, teatro o auditorio español y romper con la tendencia actual de crisis económica y artística, ERE en las orquestas sinfónicas o cierre de establecimientos promotores de la cultura artística. Ese futuro pasa por el sentido común, asentar las bases de un sistema educativo propicio para todo tipo de enseñanzas que estimulen la creatividad de los alumnos y, sobre todo, crear una conciencia general en la población española de la calidad artística que tenemos en nuestro país.

En la mente de los inquietos por la cultura todavía resuenan aquellas palabras del fallecido Maurice André, el mayor trompetista de todos los tiempos, mientras de sus ojos brotaba un mar de sinceras y amargas lágrimas de incredulidad: «La música. ¿Cómo es posible que todavía haya gente que no la entienda?»

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