El magistrado de la sección segunda de la Audiencia Provincial de Castellón ha dictado una orden de busca, captura y detención de un acusado de ser cómplice de un asesinato que tuvo lugar en Cabanes en 2013, y que no ha asistido al juicio, cuyo comienzo estaba señalado para este lunes, por motivos económicos, según ha informado la abogada de uno de los procesados.

El juicio ha quedado suspendido. Una vez este acusado sea detenido, deberá comparecer ante el juez, que decidirá su situación hasta la celebración del juicio. El fiscal pide 30 años de prisión para los dos supuestos autores de los hechos, acusados de asesinato y robo con violencia, y 10 años de prisión para otros dos acusados de ser cómplices de estos delitos.

Según el escrito de conclusiones provisionales del ministerio fiscal, los hechos ocurrieron en Cabanes, cuando una trabajadora de un restaurante se puso en contacto con una ex pareja sentimental para apoderarse de bienes, joyas y otros objetos de valor que el propietario del local guardaba en su vivienda anexa al mismo.

Así, en mayo de 2013 éste y otro de los acusados se desplazaron al establecimiento para recabar información sobre la forma de llegar al local y acceder al domicilio anexo al mismo, para lo que se entrevistaron con la procesada de quien había surgido la idea.

En junio de ese mismo año, uno de los acusados, en unión de otras personas entre las que se encontraba el cuarto procesado, volvieron al establecimiento para concretar y definir cómo llevar a cabo su acción.

Posteriormente, uno de los procesados, con el rostro oculto y junto a otras personas declaradas rebeldes, se dirigió a la vivienda y accedió a su interior, donde encontraron al propietario en el baño, al que ataron los pies y las manos, le propinaron diversos golpes y le metieron un calcetín en la boca mientras le presionaban el cuello, provocando su fallecimiento por asfixia, según el fiscal.

Mientras se perpetraban los hechos, la procesada, que se hallaba en el interior del restaurante y era conocedora de lo que ocurría en la vivienda, elevó el sonido de la música para neutralizar e impedir que las personas que estaban en el local pudieran oír los ruidos del interior de la casa.

Una vez fallecido el propietario de la vivienda, el acusado y sus acompañantes abandonaron el lugar tras apoderarse de un teléfono movil, joyas y 900 euros.