El tenista español Rafael Nadal agrandó su leyenda ayer con una contundente victoria en la semifinales de Roland Garros, segundo Grand Slam de la temporada, tras imponerse al austríaco Dominic Thiem (6-3, 6-4 y 6-0), una de las sensaciones del curso en la tierra batida, y certificar así su décima presencia en la final de su torneo preferido sin haber perdido un solo set por el camino. Será la décima final en París de su carrera, las otras nueve las ganó. En esta ocasión tendrá enfrente al suizo Stan Wawrinka, ganador en 2015 y un hueso duro de roer.

Nadal, en el año de su redención, no quiso faltar a la cita de su torneo fetiche. Ni el emergente Thiem -un tenista llamado a ser dominador en esta superficie- pudieron frenar el vendaval mallorquín, una maravilla en cada jugada y en cada decisión. Tras perder su servicio en el primer juego, Nadal ganó cuatro juegos consecutivos, en un primer set que se llevó por 6-3. La igualdad se mantuvo en el segundo, que ganó el mallorquín por 6-4. pero en el tercer ganó por 6-0.