Confieso que el sábado intenté emborracharme en Tafalla. No era para olvidar, que nada mejor que la memoria para evitar tropezar con la misma piedra. Era de rabia. Conté para ello con la inestimable ayuda de mis amigos Carmina, Vicente y Enrique. Pero no lo conseguí. Debo haber alcanzado un alto nivel competitivo, porque ni me acerqué al estado de enajenación perseguido. Una lástima, porque cuando de joven ­lo conseguía -hace muchos años- , rezumaba pedantería y ora recitaba capítulos enteros de La venganza de don Mendo ora cantaba ópera en italiano. Eso siempre impresiona al género femenino, más por la astracanada o el registro idiomático que por los agudos, pero esa es otra historia.

Dentro de mi reducido repertorio, el acto tercero de Rigoletto siempre fue celebrado por la concurrencia. Y es el que me persiguió todo el fin de semana hasta desembocar en mi desconsolada perorata de hoy. En una de sus más populares arias, y sin embargo desagradablemente misógina, viene a acusar que la donna è mobile, qual piuma al vento, muta d´accento e di pensier. Y prosigue afeándole que tras un amabile leggiadro viso, in pianto o in riso, è menzognero...

Es lo que le hubiera cantado a esos aficionados que, como la mujer a la que refiere el Duque de Mantua, se muestran tan volubles como para estar llorando el sábado y hoy celebrar la salvación del CD Castellón, cuando la partitura no ha hecho sino comenzar, preñada de engaños y con la amenazante maledizione y la vendetta final.

Nada más lejos de mi intención que repartir los papeles de la obra de Verdi, pero me resisto a dar por conclusa la etapa más tenebrosa de nuestra historia, la que va desde Castellnou hasta David Cruz, sin por ello obviar otros capítulos grises. Digo que Cruz sigue vivo, con un mandado suyo dentro del consejo de administración para limpiar su honra y sus pecados; pero sobre todo con las acciones.

Me decía Jordi Bruixola que no había otra manera para apartarlo de la dirección y que cuando me contaría su plan me enamoraría. No lo hizo ni en mi despacho ni ayer en rueda de prensa. Me conformaría con que se lo expusiera a la alcaldesa con los detalles de esa supuesta renuncia. Pero de entrada sí se me ocurre una fórmula distinta: poniendo dinero.

Porque si una cosa ha quedado clara es que el proyecto requiere de la ayuda institucional, Castalia mediante, el apoyo de la afición con la retirada masiva de abonos y su aliento inigualable, pero sobre todo le urge el respaldo económico de las empresas a través de contratos de publicidad para la mayor explotación de los exteriores del estadio.

Bruixola es un tipo inteligente y, después de haber fracasado en sus anteriores intentonas, ha lanzado un órdago en toda regla. Ahora ya estoy en el club, no podéis negarme lo que os pido. Una suerte de chantaje emocional, aunque sin el burdo estilo de Cruz. Y claro, eso no es lo que esperaba esta sufrida afición, tan necesitada de salvadores.

Pero Hacienda no será tan permisiva como para mutar d´accento e di pensier. Para renegociar el convenio exigirá algo más que canciones menzogneras. De la capacidad de generar ingresos inmediatos depende que el proyecto eche a andar. Y para ello me añado a las voces que claman por esa unidad de salvación, si bien hubiera sido más fácil con la transparencia y sinceridad que he echado a faltar en las primeras intervenciones, por ejemplo expulsando del club a todos los apoyos de Cruz, y poniendo fecha a la reducción de capital a cero que le borrará de verdad de nuestras pesadillas y la ampliación que salvará la SAD.

Canalicemos esta ilusión y sumemos fuerzas en torno a Pablo y Ángel, y del nuevo presidente, de quienes sabemos que no les mueve otro interés que el club de sus colores y su sangre. Y confiemos que Bruixola no vuelva a defraudarnos cuando toque renovar y ampliar la investigación judicial contra Castellnou, Cruz y todos sus acólitos.