afinales de mayo tuve el honor de participar como delegado en el Congreso Extraordinario de la Provincia de Castellón para la elección de delegados y delegadas al 39 Congreso Federal del PSOE. Para mí, lo más significativo no ocurrió en el propio congreso de La Pobla Tornesa, sino en la lectura unánime de la presa (y radio) con titulares como « Puig derrota al sanchismo en Castellón», «Puig refuerza su poder interno tras vencer a los sanchistas en Castellón» o «Puig vence en el PSPV Castelló tras dividir a la plataforma de Sánchez».

Considerable fue la sorpresa, pues bajo ningún punto de vista entendí que lo que yo había vivido, sentido o visto pudiera compadecerse con tan unánimes titulares. Éstos sostenían que el secretario general del PSPV vendría a vencer a las huestes sanchistas sin ni tan siquiera comparecer en el campo dónde se dilucidaban las escaramuzas, reconvirtiendo con esta victoria en la justa revancha de los resultados de las primarias del día 21 de junio. Confieso que lo comenté con diversas persones que también habían asistido al congreso y que coincidían con mi visión. Por ello, pretendo esclarecer, en la medida de lo posible, la parte de verdad que permanece oculta.

Resulta necesario situarnos en el contexto previo. El martes día 23 de mayo, Pep Lluís Grau, coordinador de las plataformas de militantes en pie, columnas afines a Pedro Sánchez, defendió la incoherencia y/o la nula conveniencia que el secretario general del PSPV encabezase lista alguna, tras los resultados de las primarias. Esta posición política es coherente, clara, honesta y concreta a la luz de los acontecimientos de los últimos meses y es tan respetable como la contraria, defendida por miembros de la ejecutiva de País.

Ese enfrentamiento de posiciones le valió a Grau ser, en el congreso de La Pobla, blanco único de los esfuerzos de la ejecutiva provincial para responsabilizarlo de la falta de unión del partido, de la lista y de lo que viniera al caso, exigiéndole que abandonase el primer puesto. Era tal el empeño que nunca llegó a importar quien ocupase la primera plaza con tal que no fuera Grau.

Estrategia de altura, estrategia de caracoles o de lo que fuera menester. Se habían dado órdenes y éstas se cumplieron y se diseñaron días u horas antes del congreso. Su único fin, vaciar la lista que se había conformando en el seno de la plataforma y castigar a quien se arroga la representatividad de un órgano (las plataformas) que empieza a molestar más allá de lo permisible.

Con esa estrategia, fueron surgiendo las primeras voces, encabezadas desde el Palancia -qué casualidad-, de la conveniencia de ceder. Una línea de actuación sin pies ni cabeza, pero que ya señalaba una operación escondida, fue rechazada masivamente por los delegados de las plataformas. Conforme fue pasando el tiempo, se fueron sumando algunas voces importantes diciendo que había que negociar y que Grau podía ir el segundo, el tercero, pero no el primero. Se le devolvía el golpe, y en paralelo, se iba vaciando la lista que recogía el consenso de días antes. La Vall y Vinarós siguieron los pasos de Altura; qué ironía, la unidad estaba servida, se presentarían dos listas. El resultado ya se conoce, en números redondos 42 % y 58 %, 5 y 6 delegados. Demasiado esfuerzo para tan pírrica victoria o, dicho de otro modo, «para este viaje no se necesitaban tantas alforjas».

En esta historia la tan cacareada defensa la unidad no es sino un arma arrojadiza, lo que se produce desde un punto devista discursivo es una suerte de unidad de los opuestos o teoría de los contrarios: «dos no riñen si uno no quiere» y se si riñe es porque los dos han querido.

Me parece conveniente resaltar el discurso de Estíbaliz Pérez, que encabezó la lista etiquetada como afín a Puig, marcado por su buena construcción formal. Vehiculó dos ideas centrales, la primera, su lista era la de la unidad, porque incluía personas de la lista de Grau (extraordinaria paradoja), obviando que en la votación 84 delegados no lo percibieron así. La segunda idea, sagaz sin duda, era considerar que las plataformas ya habían cumplido su papel y que ahora tocaba volver a las estructuras de siempre. Como la que sirvió, por ejemplo, para que se complotara para dividir a una lista en razón de la unidad y que todavía no sabemos si con la premisa de la unidad o de algo más apasionante: el orden en las próximas listas electorales.

Ni una cosa ni otra, Vila-real siguió representado hasta tres sensibilidades tal como llegó y, además, consiguió dos delegados a Madrid, uno por cada una de las listas confrontadas, ninguno de los cuales adscrito a lo que se ha dado en llamar susanismo. Duro varapalo en al oficialismo local y dudo, muy seriamente, que puedan aprender que su lugar en el mapa político provincial está en los acuerdos y en la cooperación y no en el enfrentamiento sistemático, congreso tras congreso, con Castellón.

A los extraordinarios resultados del secretario general del PSPV proclamados en prensa se opone una realidad tozuda, la profunda brecha abierta, en dónde antes todo era un apoyo «sistémico» a Puig, hoy se perfila una contestación al hombre tranquilo, que dejó de serlo. Quienes tenían que haber servido de prudentes ayudantes de campo ni le han protegido en el congreso de La Pobla, ni han entendido que su defensa no pasaba por lanzar el primer ataque, sino justamente, en dejar hacer y situarse por encima de algo no fácilmente gestionable. Cuídate de los amigos que te ayudan de esta forma porque no vas a necesitar enemigo alguno.