Hace treinta años era un mocoso que se ilusionaba -como ahora- con todo lo que rodea al CD Castellón. Así que cuando entré en la Cope de la mano de Javier Navarro, era más feliz por lo que hacía que por lo que cobraba, y en eso algo sí he evolucionado.

Aquel día que hoy conmemoramos, el director, maestro y amigo Juan Soler ordenó la retransmisión de los actos de inauguración del estadio y el posterior partido. Como no podía ser de otra manera, la imponente voz de Eduardo Más ejercería de fedatario para los oyentes. Pero éste, en buena lógica, pidió un ayudante y me eligió a mí, lo que ya no debiera serlo tanto. Y dado lo extenso del programa, solicitó una dieta creo que de dos mil pesetas. Con ese dinero en el bolsillo dimos cuenta de una buena merienda en el bar Castalia. Xiquet, demana el que vullgues! Porque Eduardo nunca ha sido de guardarse las dietas, sino todo lo contrario.

Yo andaba preocupado por el horario, pero a fin de cuentas era el machaca. Huelga decir que llegamos tarde, con los bailes acabados y en mitad del interminable discurso de Chencho. El técnico de la casa, Enrique Ballester, todo paciencia y humanidad, andaba desesperado. Y Eduardo, con su infinita calma innata, sujetó con suavidad el micro y concluyó: «Solucionados los problemas técnicos retomamos la conexión con el estadio Castalia y los actos de inauguración....».

La placa falsa. Aquella fastuosa celebración fue el marco elegido sibilinamente para la celebración de las elecciones presidenciales, en las que Domingo Tárrega se impuso a la candidatura de Isidoro Gasque, que contaba con el apoyo de importantes empresarios. Ningún analista duda de la influencia que tuvo la inauguración del campo en el resultado electoral.

Para poder presentarse, Tárrega tuvo que dimitir, de manera que en la inauguración del recinto, y junto al alcalde Antonio Tirado, quien ejerció de representante del club fue el presidente en funciones, Vicente Rovira. Así lo atestiguan los documentos gráficos de la época. Sin embargo, en la placa oficial que figura en el antepalco de autoridades todavía se puede leer la falsedad de que Tárrega era el presidente que inauguró el campo, y por supuesto se desconoce quién ordenó aquella errata a sabiendas.

La alineación. De la misma manera, han pasado a la historia los jugadores del Castellón y Atlético de Madrid que saltaron al césped hace 30 años. Pero los años han aparcado un incidente del que todavía guarda la prueba el historiador albinegro Miguel Ángel Serer.

El entonces entrenador Benito Joanet eligió a los once futbolistas que consideró, dejándose fuera a Javi Valls, una circunstancia que provocó algo más que malestar en un periodista local, quien recurrió a su influencia con Tárrega para forzar un cambio de última hora en la alineación, a la que sorprendentemente transigió el técnico, aunque demasiado tarde para frenar el reparto de las fotocopias con los onces oficiales en los que figuraba Otero, a la postre sacrificado.

La afición. Con más desgracias que alegrías en todo este tiempo, todavía duele más aguantar que vengan de fuera a culpar a esta bendita afición de los males del Castellón. Eso no solo prueba un desconocimiento absoluto, sino un desprecio para aquellos que con sus protestas y su aliento, y sobre todo con su trabajo en los juzgados, han conseguido expulsar del club a los culpables de tanta ignominia. Sin duda, esa ha sido la peor falacia que ha aguantado Castalia en este tiempo.