«No se si podré ir». Y pudo. Y ayer fue. La llevaron sus hijos de 81 y 83 años que van camino de emularla. Paquita Pitarch, vecina de Culla, la más anciana del lugar, cumplió con la tradición y no faltó a la cita de su pueblo con Sant Joan de Penyagolosa. Ayer, sábado, y el viernes los vecinos de Culla realizaron el camino de ida y vuelta desde el pueblo hasta Sant Joan de Penyagolosa y Paquita no dudó en hacer una visita a los esforzados romeros que, en dos días, recorren unos 60 kilómetros atravesando el Río Monlleó.

En Sant Joan Paquita fue el centro de todas las miradas. Todos querían hacerse una foto con ella. Los flashes le salpicaban en sus ojos. Y ella encantada. «Este es... y aquel, uy, a este le conozco». Su hijo Ramiro relataba satisfecho: «Los conocía a todos y todos le conocían, y ella tan contenta». Se emocionó muchísimo cuando el presidente de la Diputación de Castelló, Javier Moliner, le ofreció la vara de alcalde que este año portaba de manera honorífica. El mando en manos de la más anciana y sabia del lugar.

Los más pequeños se quedaban boquiabiertos al escuchar... Paquita tiene 106 años. Esta semana pasada comentaba que no sabía si podría ir a Sant Joan. «No se si tengo ganas», aseguraba a sus más próximos. Pero al final se animó y sus hijos la llevaron a los pies del Penyagolosa. Más de una vez hizo la romería a pie, en sus tiempos más mozos, cuando regentaba una carnicería-taberna en la plaza de la Setena. Paquita era y sigue siendo un personaje popular en Culla. En su taberna servía cordero con ajos y vino en jarra a los del pueblo "»y a los de las masías que subían al pueblo a pagar la contribución».

Pese a tener a sus espaldas más de un siglo de vida posee una memoria de elefante y se acuerda de todo, sobre todo de tiempos pasados. En su mente tiene fotografiado el camino de la peregrinación a Sant Joan, la fuente, el altar de la ermita, la ida y la vuelta...

Ayer, tras el baño de multitudes, a última hora de la tarde se retiró a descansar. «Me fallan un poco las piernas», decía. Y es que son muchos los pasos recorridos.

Los únicos achaques que padece pasan por un audífono y la dentadura postiza. Más allá su salud es un reloj suizo. Su hijo Ramiro apuntaba ayer que no se sabe cuántas veces más podrá ir su madre a Sant Joan. Lo que es seguro es que este año el ermitorio de Vistabella ya ha recibido la visita de Paquita Pitarch.