Josep Castell fue de los primeros activistas en defender la libertad sexual de las personas en Castelló, especialmente en las décadas de los años 70 y 80. Él mismo fue encarcelado en el calabozo de María Agustina tras una redada policial. Organizó charlas y participó en manifestaciones por los derechos del colectivo LGTBI. Por todo ello, el Ayuntamiento de Castelló le brindó ayer un homenaje en el Día Internacional del Orgullo LGTBI.

P ¿Cómo fueron sus inicios en el activismo de Castelló?

R Empecé en el tiempo de la transición. Ya estaba en movimientos asociativos y políticos reivindicativos y entonces creía que era conveniente formar un movimiento en Castelló que defendiera la libertad sexual de las personas.

P ¿Cuáles fueron los principales obstáculos a los que tuvieron que hacer frente en aquella época para defender sus derechos?

R En Castelló las circunstancias eran totalmente diferentes a lo que pudiera ser Valencia y otras ciudades. Aquí lo que hubo es mucha represión policial, cogían a la gente en masa y los cerraban en el calabozo. A mí mismo me encerraron en María Agustina tras una redada. Nosotros hicimos lo que pudimos organizando conferencias, actos,...

P ¿Cómo era ser homosexual en Castelló?

R Castelló era un colador. De repente desaparecían y la familia decía que se iban de vacaciones, pero lo cierto es que se los llevaban presos a Huelva. Allí estaban varios meses. Pero claro, las familias lo ocultaban. Entonces la gente no lo decía.

P ¿Cómo valora la evolución hasta la actualidad?

R La evolución ha sido positiva pero todavía hay mucho por hacer, sobre todo en las escuelas, en la gente menuda que lo están sufriendo. Aunque también hacia los mayores hay todavía hay mucha represión.

P ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

R No lo concibo como un homenaje a mi persona sino a toda esa gente que estuvo en la cárcel, la gente que sufrió la represión, la que se unió a los colectivos que hicieron mucha fuerza para reivindicar nuestros derechos, que hoy en día ya han llegado a las instituciones. Y, sobre todo, para aquellos que no están.

P ¿Qué coste personal ha tenido esta lucha?

R Lo que más me duele es la gente que ya no está. La aparición del sida fue un golpe muy duro para nosotros, perdimos a muchos amigos y compañeros y nos hundió. Recuerdo el fallecimiento de hasta diecinueve personas de mi entorno.