Sin prisa y con todas las pausas necesarias. Así viaja, a lomos de su tractor, Klaus Shäfer, un jubilado alemán que partió desde Alemania hacia Francia para recorrer España y Portugal, y que hace dos días, ya de regreso, estacionó en un aparcamiento de Onda.

El tractor, un tres cilindros refrigerado por aire y pintado verde y rojo, lleva enganchada su casa, una pequeña caravana donde vive, y sobre todo duerme, del mismo color que el escudo de la localidad de donde partió y está su verdadero hogar: Wannweil.

Su pueblo se ubica al sudoeste de Alemania, cerca de Stuggard, desde donde partió el 5 de mayo de este año hacia Francia. Allí pasó, según se indica escrito a mano en la carrocería de su vehículo, por Varges, Bourgogne, Perigord y Gascogne, hasta llegar el 18 de mayo al oeste francés, a la localidad de Biarritz. El viaje no fue cómodo, indica, ya que «estuvo lloviendo durante todo el trayecto».

Dos días después, tras cruzar la frontera, llegó a Bilbao. Todavía en el País Vasco, visitó San Sebastián, y posteriormente, se desplazó hacia el oeste, donde visitó Santander y Oviedo antes de llegar el 28 de mayo a Santiago.

Entonces ya había recorrido 2.360 kilómetros, pero su idea no era quedarse en España, sino conocer Portugal. Al país vecino llegó el 3 junio, donde visitó las principales capitales, como Oporto, Coimbra, Fátima y el Cabo da Roca, en el distrito de Lisboa, el punto más occidental de la península ibérica. En total, 4.185 kilómetros.

Era el 3 de julio, y ya tocaba volver, pero Shäfer no quiso deshacer el camino desecho, sino que prefería conocer nuevos destinos. Cáceres, Aranjuez, Toledo y Cuenca han sido otras de sus paradas. Hace dos días llegó a Onda. Aparcó en el parking del supermercado Día, pero pasó la noche en el aparcamiento del recinto ferial, ubicado a escasos metros, desde donde prosiguió a primera hora de la mañana su aventura hacia su pueblo.

Shäfer desconoce cuándo llegará. Tampoco parece importarle. La velocidad máxima permitida a la que puede correr el tractor es de 25 km/h, pero él todavía extrema más las precauciones «y no paso de 20 km/h».

El viajero alemán vive con lo mínimo, y también acepta algún donativo de la gente que desea hacerse alguna foto con el tractor, lo que le lleva a financiar parte de su periplo por el oeste de Europa.